Los heroicos hombres sofocaron la mañana de este lunes la explosión en una gasera, evitando con ello una desgracia de proporciones mayúsculas
Oviel Sosa
El hijo del comandante de Bomberos dormía cuando su papá se jugaba la vida tratando de sofocar las llamas que consumían la estación de servicio de una gasera que se localiza por la calle 700 y 5 de Febrero.
"Escuché por el radio el reporte y me levanté para acudir a la estación central para estar al pendiente y colaborar en algo", expresó, Jesús Francisco García Rodríguez, quien forma parte de las filas de la Academia de Bomberos y en dos meses más concluye su preparación para seguir los pasos de su padre.
A las 7:57 de la mañana de ayer, entró el reporte por parte del C5 al Departamento de Bomberos de Obregón que indicaba fuego en un depósito de gas.
La primera unidad extintora de Bomberos arribó al lugar a las 8:03 de la mañana. La magnitud del siniestro era compleja por el escenario que se tenía.
"Fueron cuatro horas de trabajo en donde 60 elementos trabajaron en conjunto y se utilizaron cuatro unidades extintoras, además de la pipa de Bomberos y alrededor de ocho pipas del Ayuntamiento", indicó, Ángel Francisco García Tellechea, jefe del Departamento de Bomberos de Cajeme.
El peligro era latente porque a un costado de la estación de servicio donde se originó el siniestro había dos cilindros con capacidad de 150 mil litros de gas cada uno, por lo que en total se usaron más de un millón de litros de agua se requirieron para controlar el siniestro.
También había carros de servicio, con tanques de gas que podían explotar, señaló el titular de dicha dependencia.
"Fue un infierno, cuando vi el fuego, humo y los tanques dije: ´Es un buen día para morir´, y me adentré al lugar; afortunadamente todo salió bien y podemos contarla", expresó con semblante fatigado, después de haber realizado la labor temeraria que ayudó a que el fuego no alcanzara las "salchichas" llenas de gas.
"Si el fuego hubiera alcanzado los cilindros estuviéramos hablando de una explosión con un radio de afectación de seis a ocho kilómetros", señaló.
El trabajo en conjunto con el apoyo de Seguridad Pública, personal del Sedena, empleados del aeropuerto que usaran material de espuma para ayudar a sofocar el fuego y el abastecimiento de agua fueron determinantes para controlar la contingencia, añadió.
"Unos compañeros echaban agua para enfriar los cilindros, otros nos hacían una cortina de agua para poder ingresar y cerrar las válvulas", manifestó.
"Cuando estaba en el epicentro del incendio viví el propio infierno y sentía que el diablo me hablaba", compartió.
"La temperatura era de unos 600 a 700 grados centígrados, mi traje se me estaba pegando a la piel y el sonido de las válvulas retumbaban mis oídos, que pensé es el mismo diablo que está hablando", expresó.
Cuatro horas después, el panorama era alentador, la pronta intervención de los Bomberos, la tenacidad, gallardía y preparación física de sus elementos ayudaron a que la contingencia fuera contralada y con ello evitar que se suscitara una explosión con daños catastróficos.
Es así como los 60 elementos de Bomberos que combatieron las llamas, llegaron a la estación central ubicada en la calle 6 de Abril y Chihuahua. En tal sitio emitieron palabras de júbilo y confirmaron la comunión y compañerismo que rige en mencionada corporación.
Por su parte, el hijo del comandante expresó sentirse orgulloso de su padre, al cual ve como un ejemplo a seguir.
"Soy consciente del riesgo que corre mi padre y que puede perder la vida en un servicio, pero él ama lo que hace y eso me enorgullece", compartió el joven de 17 años de edad.
De esta manera, Cajeme se despertó bajo una situación que ponía en riesgo a la población, pero el profesionalismo, vocación de servicio, trabajo en conjunto y preparación de los Bomberos de Cajeme dieron como resultado un saldo favorable y que el siniestro no se convirtiera en tragedia.