Una cadena y el color del cabello le bastaron a Josefina para creer que entre los cuerpos encontrados en la fosa del Campo 30, en la primera búsqueda el 30 de marzo de 2019, estaba el de su hija Cindy Jaqueline, quien el 2 de noviembre de 2018 desapareció en Urbi Villa, en Ciudad Obregón.
Aun cuando desde hace cerca de dos años los restos de la joven se encontraban en el Servicio Médico Forense (Semefo), fue hasta hace unos días cuando se confirmó el ADN, después de que la familia solicitara de nuevo realizarse la prueba, al enterarse de que aún existían cuerpos sin identificar de ese hallazgo.
Josefina Arroyo, madre adoptiva, platicó que aun cuando no perdía la esperanza de encontrar a su sobrina, a quien crió como su hija, el poder darle una sepultura digna le da hasta cierto punto tranquilidad, pues desde el 2018 vivía con la angustia de saber de ella.
"Siempre tuve la sospecha, el pensamiento de que era ella. Yo me dediqué a la búsqueda tratando de localizarla; volvimos a movernos y a pedir cruces de ADN directo, porque sabía que había varias muchachas sin entregar todavía".
Al menos 3 pruebas de ADN fueran las que se realizaron, lo que permitió que pudieran comprobar que los restos pertenecían a Cindy Jaqueline, quien será entregada el lunes a su familia, que con un sentimiento de dolor y resignación podrán dar cristiana sepultura a la joven.
Expuso que el proceso de búsqueda fue duro, desesperante y doloroso, siempre aferrándose a cada piedra, pesado de tierra y charco de agua, buscan en basureros, montes y cualquier lugar, sin obtener nada.
Josefina continuará trabajando con el colectivo Rastreadoras de Ciudad Obregón, para seguir apoyando a sus compañeras, e hizo un llamado a las familias de víctimas de desaparecidos para que no se rindan y se aferren a encontrarlos.