Las danzas típicas del país no solo varían de región en región, sino que también concentran elementos históricos, religiosos y comunitarios
Por: Jhoanna Ontiveros Peraza
Este 29 de abril, en el marco del Día Internacional de la Danza, México se une a la conmemoración mundial, destacando la riqueza y diversidad de sus expresiones folclóricas. Las danzas tradicionales, más que un arte escénico, son un puente entre generaciones, una forma de resistencia cultural y una celebración de la identidad nacional.
Las danzas típicas del país no solo varían de región en región, sino que también concentran elementos históricos, religiosos y comunitarios que las convierten en verdaderos patrimonios vivos.
DANZAS MÁS TRADICIONALES EN MÉXICO, SEGÚN LA IA
Entre las más emblemáticas se encuentran:
DANZA DEL VENADO (SONORA)
Ejecutada por el pueblo yaqui, esta danza representa al venado como símbolo de la naturaleza y la conexión espiritual del ser humano con su entorno. Es una de las danzas indígenas más respetadas por su profundidad simbólica y su carácter ritual.
DANZA DE LOS PARACHICOS (CHIAPAS)
Celebrada en Chiapa de Corzo durante la Fiesta Grande, es una danza reconocida por la Unesco como Patrimonio Cultural Inmaterial. Los danzantes, con máscaras y atuendos coloridos, rinden tributo a los santos patronos en un ambiente de sincretismo entre la tradición católica y las raíces prehispánicas.
JARABE TAPATÍO (JALISCO)
Conocido como el "baile nacional de México", el Jarabe Tapatío es símbolo de alegría, galantería y orgullo. Suele bailarse con trajes típicos de charro y china poblana, y es una de las expresiones más representativas del folclore mexicano a nivel internacional.
DANZA DE LOS VIEJITOS (MICHOACÁN)
Originaria de la cultura purépecha, esta danza combina humor y sabiduría. Los bailarines simulan ser ancianos con pasos torpes, para luego sorprender con una coreografía ágil y enérgica.
DANZA DE LOS VOLADORES (VERACRUZ Y PUEBLA)
Un ritual ancestral de origen totonaco que combina danza y ceremonia. Cuatro hombres descienden girando desde lo alto de un poste, mientras un quinto interpreta música en la cima. Es un espectáculo cargado de simbolismo agrícola y espiritual, también declarado Patrimonio Cultural Inmaterial por la Unesco.