Santoral de hoy, 23 de julio: Santa Brígida de Suecia, símbolo de la dignidad femenina

Considerada patrona de Europa, es un modelo de fe, familia, oración y dedicación, siendo un faro de esperanza en tiempos de oscuridad

Santa Brígida de Suecia. Foto: La Luz de María.
Santa Brígida de Suecia. Foto: La Luz de María.

 Cada 23 de julio, la Iglesia Católica celebra a Santa Brígida de Suecia, una de las figuras más ejemplares de la historia cristiana, conocida no solo como patrona de Suecia, sino también como copatrona de Europa desde el Gran Jubileo del Año 2000, un honor otorgado por el Papa San Juan Pablo II.

Junto a otras figuras santas, como San Benito de Nursia y Santa Teresa Benedicta de la Cruz, Santa Brígida comparte el patronazgo de Europa, una distinción que destaca su importancia espiritual y su legado en la historia del continente.

UN SÍMBOLO DE LA DIGNIDAD FEMENINA

El Papa Benedicto XVI, al reflexionar sobre la vida de Santa Brígida, destacó su papel fundamental en el reconocimiento de la dignidad y el lugar propio de la mujer en la Iglesia. Para el Pontífice, la vida de Brígida ilustra cómo las mujeres han sido protagonistas fundamentales en la historia cristiana, sin necesidad de acceder al sacerdocio ordenado, pero desempeñando un papel igualmente esencial en la edificación espiritual de la comunidad. Como madre, esposa y mística, Santa Brígida encarna los valores de la fidelidad, la oración y la dedicación al Magisterio de la Iglesia.

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Santa Brígida de Suecia. Foto: ACI Prensa.

DE ESPOSA Y MADRE A MÍSTICA Y FUNDADORA

Nacida como Brígida Birgersdotter en Norrtälje, Suecia, en 1302, Brígida fue entregada en matrimonio a Ulf Gudmarsson cuando tenía solo 15 años. Juntos tuvieron ocho hijos, a quienes educó con devoción en la fe cristiana.

 Tras enviudar, Brígida renunció a un segundo matrimonio y se dedicó por completo a la vida espiritual, la penitencia y las obras de caridad. Vendió sus propiedades y las entregó a la Iglesia, entrando en el monasterio cisterciense de Alvastra, sin necesidad de una consagración formal.

SUS VISIONES

Fue entonces cuando comenzaron las revelaciones místicas que marcarían su vida y su obra. Santa Brígida experimentó visiones de la Pasión de Cristo y recibió mensajes de consuelo espiritual, muchos de los cuales fueron escritos en un compendio conocido como Las Revelaciones, una obra extensa que contiene oraciones y promesas divinas para la conversión de las almas.

Entre sus enseñanzas más destacadas se encuentran las revelaciones sobre la devoción a los "Siete Dolores" de la Virgen María, así como una serie de oraciones que se rezan a lo largo de doce años, con promesas de gracia y paz. Su devoción a la Virgen fue tan profunda que sus escritos incluyen directrices sobre cómo la Madre de Dios concede protección espiritual a sus devotos.

PATRONA DE EUROPA Y FUNDADORA DE LA ORDEN DEL SANTÍSIMO SALVADOR

A lo largo de su vida, Santa Brígida recorrió Europa, fortaleciendo las raíces católicas del continente. Fue una gran defensora de la unidad de la Iglesia y del Papado, y en sus últimos años, tras la muerte de su esposo, se dedicó plenamente a la vida monástica, fundando la Orden del Santísimo Salvador (Ordo Sancti Salvatoris), cuya misión era la oración y el fortalecimiento de la vida espiritual.

Santa Brígida no solo fue una ferviente mística, sino también una mujer de acción, comprometida con la reforma y la renovación de la Iglesia en tiempos difíciles. Su oposición a la residencia del Papa fuera de Roma y su lucha por el regreso del Papa Gregorio XI a la Ciudad Eterna son testimonio de su valentía y su amor por la Iglesia.

UN LEGADO PERDURABLE

Santa Brígida falleció en Roma el 23 de julio de 1373, a los 70 años. Fue canonizada en 1391 y, más de 600 años después, su legado sigue vivo no solo en la memoria de los fieles, sino también en la abadía de Vadstena, en Suecia, donde descansan sus restos.

Su vida, rica en sacrificio y fe, sigue inspirando a miles de personas alrededor del mundo, especialmente a mujeres y madres que, como ella, buscan vivir una vida de profunda dedicación a Dios y a la Iglesia.