Si de historias extraordinarias se refiere, la del cosmonauta de la extinta Unión Soviética (URSS), Sergei Kirkalev, es de las más espectaculares, ya que partió al espacio por una misión que jamás pensó le pondría la piel de gallina.
Y cómo no serlo, si, además, cuando viajó a la Estación Espacial MIR, en una misión que debía tardar cinco meses, el que conocía como su país se extinguió y en su lugar nación la Federación Rusa, Rusia, pues.
El caso es que cuando orbitaba la Tierra a 300 kilómetros de altura se enteró por su esposa que ya no era soviético, y el programa espacial había desaparecido también, por lo que quedó en el espacio, en abandono, por 312 días.
Como la URSS dejó casi en ruinas al país, corrió el rumor de que vendería la estación espacial a la NASA, pero al final la idea fue desechada.

Por otra parte, la crisis en Rusia se volvió tan grave, que algunos astronautas firmaban contratos con Coca Cola Company, para que publicitaran el refresco en tierra, estrategia de la que Sergei Kirkalev formó parte, a fin de ganar algo de dinero.
El cosmonauta era un hombre casado, por lo que quien le mantenía en contacto con el mundo era su esposa, Elena Terekhina, quien trabajaba como operadora de radio en el programa espacial soviético; fue ella quien le informó de la desaparición de la URSS y de que su sueldo como cosmonauta no alcanzaba para nada.
Por otra parte, durante su estadía en la Estación MIR, Sergei charlaba con radioaficionados en la tierra, no perder la cordura, así como para mantenerse informado.
Allá, en lo más alto, Sergei sufría de los apagones que regularmente se vivía en la estación, la cual estaba en muy malas condiciones, así como fallas que contribuyeron a la terrible experiencia en el espacio. Y aunque no estuvo en peligro, afectaban su mente.
En un día terrestre, Sergei Kirkalev miraba por la ventanilla que el día en el planeta empezaba cada hora y media, y en 45 minutos se hacía de tarde; es decir, en un día vivía varios días, algo que lo traumatizó.

REGRESO A CASA: ALEMANIA LO TRAJO A CASA
Por fin, luego de 312 días en el espacio, y dándole la vuelta al mundo varias veces al día, el 25 de marzo de 1992, y en una misión pagada por Alemania, que tuvo un costo de 28 millones de dólares, Sergei Kirkalev retornó a la tierra. Su condición física era delicada, pues sufría de delgadez extrema, presentaba confusión y apenas podía estar de pie.
Gracias a que Alemania debía reemplazar astronautas en la Estación Espacial MIR, fue que Kirkalev regresó a la tierra; le remplazó el astronauta teutón, Klaus-Dietrich Flade.
Sergei Kirkalev no se recuperó de inmediato, pues permaneció en el espacio, dando vueltas y vueltas, y tuvieron que pasar meses de terapia física y mental para que retornara a la normalidad; aunque estaba feliz, se le dificultaba expresar su sentir. El shock había sido brutal.
Y aunque fue una experiencia por demás traumática, Sergei Kirkalev retornó a su trabajo, y volvió al espacio en varias ocasiones.
