El 29 de septiembre, la Iglesia Católica celebra a San Miguel Arcángel, uno de los grandes protectores del cielo y líder de las milicias celestiales. Pero alrededor de esta fecha ha surgido una leyenda muy difundida, especialmente en zonas del centro y sur de México: se dice que ese día "el Diablo anda suelto".
Esta creencia, transmitida de generación en generación, sostiene que durante la madrugada del 29 de septiembre se abren las puertas del infierno. ¿El motivo? San Miguel —el custodio que normalmente las vigila— recibe un día de descanso en honor a su festividad. Sin su presencia, el mal puede andar libre por el mundo, buscando dónde causar estragos.
LA PROTECCIÓN QUE EVITA QUE EL MAL ENTRE A LOS HOGARES
Ante esta amenaza simbólica, muchas familias en estados como Guerrero, Puebla, Estado de México y Morelos, siguen una tradición ancestral: colocar una cruz hecha con flor de pericón (también conocida como yauhtli en náhuatl) en las puertas del hogar y en espacios de trabajo.
El pericón, una flor amarilla silvestre muy parecida al hipérico europeo o hierba de San Juan, es considerada un escudo espiritual. Su aroma y forma han sido vinculados con la protección contra energías negativas, malos espíritus y fuerzas demoníacas. Se cree que su presencia impide que el mal cruce el umbral del hogar.
¿DÓNDE ES MÁS FUERTE ESTA TRADICIÓN?
Esta costumbre es especialmente arraigada en comunidades indígenas nahuas de municipios como Chilapa, Tixtla, Quechultenango, Ahuacotzingo y José Joaquín de Herrera, en la región conocida como la Montaña Baja de Guerrero. También se practica en localidades como Tenancingo y Santa Ana, en el Estado de México.
En estos lugares, durante la noche del 28 de septiembre, las familias preparan sus cruces y las colocan en puertas, ventanas y entradas, mientras se encomiendan a San Miguel para que retome su puesto de guardián al amanecer del día 29.
EL SIMBOLISMO DE SAN MIGUEL Y LA LUCHA CONTRA EL MAL
Más allá de la leyenda, esta tradición tiene un fuerte componente simbólico. San Miguel no solo es visto como un arcángel, sino como el gran defensor contra las fuerzas del mal. Su imagen, generalmente con una espada y una balanza, representa la justicia divina enfrentando a los demonios.
Por ello, su "ausencia" simbólica en su propio día se interpreta como un momento de vulnerabilidad espiritual, que muchas comunidades buscan contrarrestar con fe y rituales protectores.
¿MITO O REALIDAD? UNA TRADICIÓN QUE PERSISTE
Aunque no hay base doctrinal en la Iglesia Católica que afirme que "el diablo anda suelto" el 29 de septiembre, esta creencia popular sigue viva en muchas regiones, siendo una muestra del sincretismo entre religión y cultura ancestral.
Colocar la cruz de pericón no es solo una costumbre folclórica, sino una forma de renovar la fe, reforzar la protección espiritual del hogar y mantener viva una identidad comunitaria.