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Policiaca

La otra cara de un atentado

Al momento en que un gatillero acciona su arma, tiene un objetivo directo, pero en algunas ocasiones los proyectiles viajan y afectan a inocentes

La otra cara de un atentado

Al momento en que un gatillero acciona su arma, tiene un objetivo directo, pero en algunas ocasiones los proyectiles viajan y afectan a personas inocentes que se convierten en víctimas colaterales.

En Cajeme, varias personas forman parte de esa estadística. Uno de ellos es José Gerardo Flores Corral, quien fue alcanzado por las balas en una agresión armada que no iba dirigida a él.

Este 5 de febrero se cumplen dos años del suceso que manchó su vida y lo puso al borde de la muerte.

Ese día, el joven de 32 años se desempeñaba de taxista, dejó a un pasajero en la colonia Las Haciendas, pero al descender el cliente del vehículo de alquiler, sujetos armados lo esperaban para agredirlo a balazos, pero las balas siguieron su curso e impactaron en la humanidad de Gerardo.

El panorama era desolador. Gerardo quedó moribundo, pero se aferró a la vida y resistió. Las secuelas fueron notorias pues una de las balas afectó su médula, lo que provocó que perdiera el 100 por ciento de la movilidad de sus piernas, además de que su brazo izquierdo quedó con poco movimiento.

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Los días siguientes fueron tormentosos para Gerardo y su familia, pues en un abrir y cerrar de ojos su vida dio un giro drástico, producto de la inseguridad que impera en Cajeme.

El joven quedó postrado en una cama, con pocas posibilidades de caminar de nuevo, pero nunca perdió la fe. Hoy en día, gracias a terapias, el respaldo de su familia y gente noble que lo ha apoyado, ha logrado levantarse y dar pequeños pasos, lo cual realiza apoyado en una andadera.

Gerardo es uno de esos casos en los cuales la gente inocente es golpeada por la delincuencia.

EL MIEDO

“No sabes cuándo ni dónde te puede tocar una balacera, la verdad sí circulas con cierto miedo”, comentó Manuel Gutiérrez, vecino de la colonia Miravalle.

La ciudadanía proyecta un semblante de temor porque los atentados no tienen un común denominador, ya que se pueden presentar a cualquier hora y en sitios públicos, concurridos por personas que pueden resultar afectadas, como lo fue el caso de Gerardo, un sobreviviente de esa inseguridad que ha manchado el Municipio de Cajeme.

Gerardo al igual que las víctimas colaterales de ataques armados en Cajeme no recibieron el apoyo y respaldo por parte de las autoridades.