La joven profesionista deja un pequeño en la orfandad y todo el anhelo de darle un nuevo capítulo a su vida para una mejor porvenir
Por: Eduardo Sánchez
A unos cuantos días de partir a Guadalajara, Jalisco, donde le esperaba su nuevo puesto como gerente de sucursal, que le brindaría un mejor nivel de vida, las balas de un frío asesino le cortaron de tajo todos los proyectos, pero más el derecho de ver crecer a su hijo.
Se trata de la joven Karina Alejandra, quien el lunes 22 de marzo fue acribillada por un solitario homicida en motocicleta, mientras estaba en compañía de una embarazada, quien también resultó herida de gravedad.
Su muerte se registró en el callejón Cárdenas, entre Guerrero e Hidalgo, en la colonia Benito Juárez, más conocida como Plano Oriente, en Ciudad Obregón.
Hacía poco tiempo que Karina se había graduado del Instituto Tecnológico de Sonora (Itson) y, a raíz de su perfil profesional, fue ascendida en su trabajo y sería enviada a Guadalajara, pero antes de partir quería pasar el 4 de abril, su cumpleaños, entre los suyos, pues en breve abriría un nuevo capítulo en su vida.

El día en que fue asesinada, su familia declaró a los medios que ella estaba enfrascada en un proceso por la custodia de su hijo con su exesposo, un policía municipal en activo, y al que responsabilizaban de lo ocurrido.
Explicaron que ambos se habían divorciado, pero que vivieron juntos; sin embargo, la violencia que Karina Alejandra vivía con su ex la llevó a separarse definitivamente.
Su familia explicó que a raíz de ello, el 26 de junio de 2020, interpuso una queja en contra de su ex, ya que el hombre no la dejaba ni a sol ni a sombra y en uno de esos momentos, la violentó e intentó asfixiarla.
La queja quedó asentada en la Comisión Estatal de Derechos Humanos de Sonora (CEDHESON), bajo el número de expediente CEDH/V/33/01/EXP/2020, en la que explica cómo es que su exmarido la agredió, se subió sobre su pecho, le colocó una almohada, impidiéndole la respiración, además de envolverla en una cobija.
Cuando volvió en sí, Karina Alejandra llamó a la Policía Municipal, a cuyos agentes les explicó lo ocurrido, quienes le tomaron fotografías; sin embargo, no hubo registro del incidente, pues pensó que, al ser el agresor un municipal en activo, lo estaban protegiendo.
Ahora, Karina Alejandra está muerta y su pequeño hijo deberá crecer sin la presencia de su madre, del amor más incondicional que un ser humano puede tener, y sin los mimos y los abrazos del ser que le dio la vida y que buscando un mejor futuro para los 2, un asesino despiadado lo borró de golpe.