Al pequeño se le perdió la pista en el trayecto de la secundaria a su casa; las cámaras de vigilancia fueron clave para dar con el supuesto criminal
Por: Edel Osuna
El 4 de febrero, los padres del niño Mateo Santiago, de 12 años de edad, recurrieron a las redes sociales para ver si alguien sabía del paradero de su hijo, ya que no había llegado a acasa de la escuela de la colonia Las Mandarinas; sin embargo, la respuesta nunca llegó.
Con el paso de las horas, decidieron interponer denuncia ante la Fiscalía General de Guanajuato por la desaparción de su niño, por lo que se inició una minuciosa investigación, en la que se contó diversas pesquisas, entre ellas, la requisición de los videos de las cámaras de seguridad encontradas en el trayecto a casa del pequeño.
Ahí se dieron cuenta que Mateo Santiago había ingresado a un consultorio médico del que ya no se le vio salir, por lo que de inmediato los focos apuntaron al titular del sitio.
Se trataba del médico Christian Augusto Jafet "N", por lo que acudieron a la casa del galeno, pero cuando este se dio cuenta que sería arrestado, intentó quitarse la vida; sin embargo, como si la muerte se negara a tomarlo, sobrevivió y declaró dónde había dejado el cuerpo de Mateo Santiago: un sitio en la zona de Lagunillas, en los límites de León y Lagos de Moreno, Jalisco.
Y como si los policías no quisieran que muriera, para que rindiera cuentas a la justicia y a los padres del menor, fue estabilizado y trasladado a un hospital, de donde salió este martes 11 de febrero.
Pero no se fue libre, sino esposado para rendir declaración ante el Ministerio Público por la desaparición y muerte de Mateo Santiago.
"Gracias a una exhaustiva investigación, se ha logrado acreditar su responsabilidad en el crimen que ha conmocionado a la comunidad", señaló la autoridad.
Aunque el proceso en contra de su presunto asesino continúa, familiares, amigos y compañeros de estudios de Mateo Santiago rindieron a Mateo Santiago el último adios, ya que fue sepultado en el Panteón Jardines del Tiempo, mientras que en su salón de clases, su mesabanco permanece vacío, sólo con una foto del compañero al que le arrebataron la vida.
