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Las Plumas

Yaquis desaparecidos e impunidad

Cuando se disponían a celebrar a la Virgen del Carmen, hace dos años, 10 miembros o avecindados de la Tribu Yaqui “desaparecieron”

Francisco Gonzalez Bolon

Cuando se disponían a celebrar a la Virgen del Carmen, hace dos años, 10 miembros o avecindados de la Tribu Yaqui “desaparecieron”.

Muchos, entre ellos el sector gubernamental, de inmediato asoció la autoría de los hechos al crimen organizado y en ese sentido actuaron como siempre: archivar el expediente.

Sin embargo, la presión social y de la familia de los desaparecidos obligó a la Fiscalía General de Justicia del Estado a actuar, aunque fuera solamente para cumplir un requisito.

Los parientes comenzaron búsquedas intensas de las personas con la esperanza de encontrarlas con vida, pero no obtuvieron resultados.

Y curiosamente, las autoridades policiacas condujeron una más de las jornadas de localización y encontraron, en un rancho por el que ya se había pasado, algunas osamentas.

¿Cómo llegaron hasta ahí si supuestamente ya se había “peinado” esa zona? Es otro misterio aún sin resolver.

Pero de inmediato las dudas saltaron y las supuestas pruebas de que los restos encontrados pertenecían a varios de los yaquis, las familias desconfiaron en todo momento de esa “verdad histórica”.

De hecho, la figura de la exFiscal, Claudia Indira Contreras Córdova, jamás inspiró confianza ni en ese ni en muchos otros casos y se cree que “encontraron” los restos solamente porque en esos días vendría a Sonora el presidente Andrés Manuel López Obrador y debían los servidores públicos entregarle “resultados”.

Pero todo fue tan precipitado porque, al día de hoy, solamente las familias de Eladio Molina Zavala y Gustavo Acosta Hurtado han aceptado la osamenta ofrecida por la Fiscalía, a fin de darle sepultura.

La búsqueda ha seguido, aunque espaciadamente. Muchos familiares se han rendido en la lucha por encontrarlos, debido a las condiciones en que se desenvuelven: pobreza y falta de apoyo desde el Gobierno para realizar las tareas propias de esta localización.

Las víctimas, es decir madres, padres, hermanos, esposas o hijos de las personas, han sido abandonadas a la buena de Dios. Ningún apoyo psicológico, mucho menos material, han recibido sino que, por el contrario, muchas veces han sido discriminado en las oficinas desde donde, se supone, debe llegar el respaldo ante este suceso.

Aunque no es consuelo, lo mismo sucede con el resto de esas víctimas en los interminables asesinatos que se viven en Sonora.

Por principio de cuentas, a los cinco minutos de una muerte, las autoridades emiten, cuando lo llegan a hacer, información en el sentido de que las personas estaban relacionadas con la delincuencia organizada.

Es decir, al dolor natural de las familias se le suma el descrédito social y, lo peor, las llamadas carpetas de investigación van al archivo porque las autoridades no se atreven a tocar a quienes ahora llaman “generadores de violencia” o si acaso actúan, los charalitos caen pero no los peces gordos, esos con los cuales hasta conviven algunos funcionarios.

Esa es la justicia empañada por la impunidad que viven las familias de los muertos o desaparecidos.

Es una política pública no escrita pero si bien practicada en el sentido de que ese era su destino por andar en malas compañías o, como quien dice, “se merece lo que le pasó” por su conducta antisocial.

De ahí la desconfianza de los yaquis en los funcionarios de la Fiscalía General de Justicia, a quienes no desean ya ver porque, refieren, solamente les llegan con mentiras cuando hay alguna reunión.

Y si se llega a preguntar a la Fiscalía cuáles son los avances en las investigaciones, puede apostarse que el capítulo de “resultados” está aún en blanco, mientras que el crimen organizado se apodera cada vez más de las comunidades yaquis y las mantiene sometidas al terror.

En lo único que pueden ya confiar los familiares de los desaparecidos es que esa virgen a la que en los próximos días habrá de venerar una vez más, los ayude a encontrar la solución adecuada. Porque en el poder humano de los gobiernos, definitivamente, nadie puede esperar respuesta.

Comentarios: franciscogonzalez.bolon@gmail.com