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Las Plumas

Ya podrán hablar con diputados

Los candidatos se toman la foto muy de cerquita con los posibles votantes, acarician a niños y mascotas para ganarse la portada

Francisco Gonzalez Bolon

Por fin los sonorenses de a pie o, como luego se dice, los ciudadanos comunes, habremos de tener alguna comunicación con los diputados.

Sin duda, esta noticia va a marcar un precedente en la historia legislativa porque son muchos los pobladores de estas tierras que solamente alcanzan a ver de lejecitos a los hoy diputados cuando acuden en tiempos de campaña a sus barrios y comunidades.

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En ese tiempo, claro está, los candidatos se toman las fotos muy de cerquita con los posibles votantes, acarician a los niños y a las mascotas para ganarse la foto de portada e incluso casi casi se convierten en los difuntos cuando acuden a un funeral, con tal de ser vistos.

Los discursos electorales, sin duda, escurren miel y la boca no les para a quienes aspiran a los cargos públicos, al tiempo que casi se tiran a matar en cuanto lograr ver el micrófono de un medio de comunicación, con tal de que sus mensajes de “amor y paz” inunden las redes y las ondas hertzianas.

Pero después, una vez en el cargo, esas personas se vuelven algo así como los inmaculados, los dioses del Olimpo a los que es muy difícil tener acceso, mucho menos cruzar palabra con ellos, salvo, claro, sus honrosas excepciones.

El Secretario del Secretario del o la diputada tienen que hacer gala de las artes taurinas para, capote en mano, burlar las embestidas del toro ciudadano que, confiado en lo que se le dijo en campaña, desea entablar una comunicación con el legislador de su distrito electoral.

Pero pronto ese ciudadano se da cuenta de que platicar con su representante popular es tarea más que imposible y pronto llega a concebir la necesidad de contar con una estrategia de comunicación que le haga sentir al legislador que debe voltear hacia aquella zona en donde le brindaron sus votos.

Pues bien, lo que sea de cada quien, habrá que aplaudir la iniciativa de quien, desde el Congreso del Estado, decidió brindar un curso de capacitación de Lengua de Señas Mexicana para legisladores y el personal del Poder Legislativo.

Habrá que recurrir a Alá, a Dios o a Buda, a quien sea, para agradecer permanentemente esta idea porque al menos desde lejecitos los sonorenses van a poder platicar con los diputados porque van a entender las señas que a muchos metros de distancia de sus tronos les puedan enviar sus conciudadanos.

Bueno, algo es algo. Por el momento es imposible hablar cara a cara con un legislador. Pero ya con el lenguaje de señas algo se le puede decir sin necesidad de que bajen del Olimpo.

Pero lo único que los ciudadanos de a pie solicitarán de los capacitadores en este programa es que no le vayan a enseñar a los diputados aquella que alguna vez fue bautizada como la “Roqueseñal”.

Sin lugar a dudas, de ese tipo de “lenguaje” hay una y mil evidencias de que ya decenas de congresistas la han aplicado mucho contra la sociedad.

Y aunque para esa seña hay también respuesta, es preferible que los diputados bajen de sus nubes y aprendan a dialogar con sus representados antes de que se las apliquen.

Digo, si lo quieren como consejo, digan que se los dijo un loco.

Como loco debe estar el director vespertino de la Secundaria José Rafael Campoy, un profesor que se niega a conceder a los alumnos y maestros que ingresen horas mas tarde a su turno para evitar deshidratarse ante el hecho de que la mayoría de los salones de clase carece de aire acondicionado.

Por la mañana, los estudiantes toman sus clases debajo de los árboles y salen a las 10:30 horas hacia su casa, es decir antes de que el señor Sol comience a encabritarse y mande sus rayos con mayor fuerza hacia la tierra.

Pero la hora de ingreso del turno vespertino es a las 13:00 horas y, en consecuencia, es cuando mas fuerte está la resolana, como por ahí le llaman a las altas temperaturas.

Pues el Director se niega a aceptar que se salgan del horario tradicional para esquivar el ardiente clima, a pesar de que ya algunas maestras y no pocos alumnos han caído en eso que se llama deshidratación.

Tan sencillo como usar el sentido común, pero no, este maestro prefiere esperar a que haya muchos enfermos entre docentes y estudiantes para responder al clamor general.

¿No habrá por ahí alguien que lo ilumine? Ojalá y sí.

Comentarios: franciscogonzalez.bolon@gmail.com