Las Plumas

¿Vivir del escándalo?

Farándula, en líos

¿Vivir del escándalo?

A tono con un criterio añejo existente en el mundo de la farándula, los artistas tienen que vivir un tanto del escándalo para llegar y mantenerse en la gloria de la fama. Es obvio, sin embargo, que un discutible principio de esta naturaleza no puede ser la base fundamental o decisiva de una carrera o existencia que descanse en la plena aceptación del público.

Aun así, al respetable le encanta sobremanera tomar nota de las extravagancias o hechos y dichos inusuales que de una u otra forma suelen protagonizar los hombres y las mujeres que se dedican a la interpretación musical o a desenvolverse profesionalmente en escenarios de cine o televisión, o bien a una mezcla de todos estos ámbitos artísticos. La gente de teatro suele ser distinta, aunque también hay la que gusta invadir los terrenos del escándalo, que, dicen los interesados, es una forma de alcanzar la gloria.

Y lo que sea de cada quien: bajo ciertas circunstancias el talento artístico necesita alguna porción de irreverencia o desatino para terminar de acreditarse del todo, sin olvidar, claro, que en la base de todo está y estará siempre la aptitud para cantar o para desenvolverse en escenarios televisivos o cinematográficos. En algún momento de su carrera, Los Beatles, por ejemplo, se vieron envueltos en una polémica atroz por obra y gracia de una desafortunada declaración de John Lennon.

Fue aquella en la que dijo que dijo que el cuarteto de Liverpool había llegado a ser más popular que Jesucristo. El escándalo fue un tanto mundial, si bien en Inglaterra lo libraron sin mayores consecuencias. Pero en Estados Unidos el conjunto sí afrontó severas raspaduras de imagen, las que al final quedaron solventadas. Dueño siempre de su particular mundo, Lennon siguió siendo como siempre fue, aunque jamás volvió a tocar un tema como el aludido.

En México la farándula nativa también ha tenido episodios de naturaleza escandalosa, porque, como ya quedó dicho, tales hechos hay que verlos como parte indiscutible de su ser o naturaleza. Si no es en tal ámbito, ¿dónde van a darse los desfiguros o derrapes de reconocidas figuras públicas? En ocasiones suele ocurrir que estos tropezones suceden en el ámbito de la política y los políticos, si bien éstos, escudados en su reconocida aptitud para la demagogia y la sonrisa fácil, suelen evadir, como escapistas profesionales de circo, los asuntos que les incomodan o que no les convienen.

El caso es que recientemente dos afamados artistas sonorenses quedaron ubicados en una reprobación general (con posibles consecuencias legales) por actitudes suyas ejercidas prácticamente en público. La opinión pública de la entidad, como seguramente una buena parte de la propia existente en el país, tomó nota de lo acontecido en relación con estos reconocidos personajes, si bien se trató de hechos separados, es decir, sin relación entre sí.

Vale reconocer que, prácticamente con días de diferencia, los artistas hermosillenses Carin León y Natanael Cano dieron nota (como se dice en la jerga periodística) como protagonistas de dichos y hechos que obviamente no tienen nada que ver con su habitual fama de buenos intérpretes musicales. Más allá de la naturaleza de esos hechos, las autoridades tendrán que deslindarlos para establecer si tienen o no naturaleza delictiva. Carin León expresó en un concierto suyo una gana o apetito para consumir en ese momento una cierta sustancia de la que poco suele hablarse en público.

Aquí habría que decir que, en su fuero personal, cada quien debe ser libre para asumir o elegir y responsabilizarse por sus gustos. El problema debe radicar en el hecho de participarlos en público, cuando evidentemente eso es algo que no viene al caso, porque simplemente se trata de una actitud o definición personal reservada al ámbito privado en un contexto de legalidad que no puede ignorarse.

El caso de Natanael Cano también tiene pormenores llamativos, no sólo para la opinión pública, sino también para quienes actúan como garantes de la justicia y la ley. El cantante presumiblemente habría sobornado con la cantidad de 50 mil pesos a policías de Hermosillo para correr en su auto a gran velocidad por calles hermosillenses en horas de madrugada. Peligroso gusto o pasatiempo del cantante.

Pero las autoridades respectivas sabrán qué hacer con los casos protagonizados por cantantes sonorenses tan destacados. Llama la atención la continuidad con que se produjeron los dos episodios. Pero lo cierto es que el propio de Natanael Cano será investigado puntualmente. Incluso, el mismo intérprete será citado a declarar. El colmo será que en la diligencia respectiva le pidan que cante un corrido tumbado. Podría ocurrir ya entrados en confianza…

armentabalderramagerardo@gmail.com