Vecinos distantes
No se trata de satanizar, pero sí de reflexionar que es posible que esta sea la razón por la que cada vez vivamos situaciones terribles
Sí, le titulé Vecinos distantes a mi columna, como el libro de Alan Riding, (muy recomendable, por cierto), pero solo como punto de referencia a un tema que me inquieta de sobremanera, sobre todo porque no creo tenga solución alguna, me refiero a la conexión de los niños al Internet.
En mi mente torcida lo veo como si fueran anhelos del maligno que el Internet llegó para llevarse la poca capacidad de concentración de nuestra gente, para saturar con información de todo tipo a nuestros niños y jóvenes y uno que otro adulto, eso sin contar la radiación que generan y que de momento no sabemos del todo cómo nos pueda afectar físicamente. Información para la que, en la mayoría de los casos, no se cuenta con la capacidad de discernimiento necesariapara analizar, desglosar y asimilar, más que los niños son como esponjas que absorben todo lo que ven y escuchan, por lo que el Internet poco a poco es lo que los termina “educando”, más cuando sus padres son como vecinos distantes que hasta les consiguen sus celulares con el fin de liberarse un poco o un mucho de ellos. Depende del caso.
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No se trata de satanizar esta herramienta tan poderosa, tonto sería, pero sí de reflexionar que es posible que esta sea la razón por la que cada vez más estemos viviendo situaciones terribles en nuestra sociedad, como esas matazones que desde hace mucho han existido, pero que cada vez son más frecuentes.
En lo personal estoy convencido de que de tanto estar viendo tanta violencia o malas conductas, más lo terminamos normalizando. Y es que estos aparatos conectados a Internet están supliendo la falta de compañía que los menores requieren. Eso, además de que hay quienes a propósito o sin darse cuenta van, por ejemplo, sexualizando a los pequeños y es posible que pronto lo verán como algo normal, si no es que ya.
El Internet pone a tu disposición información e imágenes de todo lo que se te ocurra y hasta de lo que no, lo que pudiera llegar a no ser sano para la mente, menos de los niños.
Hablando de eso, no sé si vieron en las Redes Sociales a un pequeño norteamericano de unos seis años diciéndole a su maestra que cuando sea grande él quería ser asesino. Que se veía a sí mismo como un asesino y que mataría a todos menos a su familia, lo que de tan crudo, te llega hasta el fondo del alma y te estruja, pues lo dice con una convicción muy marcada y con su carita desbordando inocencia. Ojo. Mucho ojo con los vecinos distantes.