El 16 de junio de 1675, durante la octava de la solemnidad de Corpus Christi, tuvo lugar la más conocida de las revelaciones a Santa Margarita Alacoque.
Santa Margarita María estaba rezando ante el sagrario, cuando el Señor se le apareció sobre el altar y, señalando su divino Corazón, pronunció esta sublime queja: "He ahí este Corazón, que ha amado tanto a los hombres, que nada ha perdonado hasta agotarse y consumirse para demostrarles su amor, y en reconocimiento no recibo de la mayor parte sino ingratitud, ya por sus irreverencias y sus sacrilegios, ya por la frialdad y desprecio con que me tratan en este sacramento de amor. Pero lo que me es aún mucho más sensible, es que son corazones que me están consagrados, los que así me tratan".
Con enternecedora bondad, el Salvador pidió entonces que el primer viernes después de la octava del Santísimo Sacramento fuera instituida una fiesta especialmente dedicada a reparar a aquel dulcísimo Corazón por las ofensas contra la sagrada eucaristía, encargándole a su "siervo", el padre La Colombière, que consiguiera esto de las autoridades eclesiásticas.
En 1856, Pío IX ordenó que la fiesta del Sagrado Corazón fuera extendida universalmente a toda la Iglesia. En 1995, San Juan Pablo II instituyó en este mismo día la Jornada Mundial de Oración por la Santificación del Clero, para que Jesús custodie el sacerdocio en su Corazón.
CORPUS CHRISTI Y EL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS
Las cuatro principales apariciones del Sagrado Corazón de Jesús a Santa Margarita María Alacoque, desde 1673 a 1675, todas fueron cuando oraba y adoraba a Jesús en el santo sacramento del altar; ahí está una gran enseñanza discreta, que, en la intimidad de los sagrarios, es donde el alma se dispone a escuchar a Dios.
Presento un breve resumen.
1. Primera aparición
Fecha: 27 de diciembre de 1673 (Fiesta de San Juan Evangelista)
Mensaje central: Jesús mostró su Corazón ardiente de amor por la humanidad, dolido por la indiferencia e ingratitud. Invitó a Santa Margarita María a reparar estas ofensas mediante la oración, el amor y la adoración.
2. Segunda aparición
Fecha: Comienzos de 1674
Mensaje central: Jesús pidió la Comunión frecuente, especialmente los primeros viernes de mes, y la práctica de la Hora Santa los jueves por la noche.
3. Tercera aparición
Fecha: 1674
Mensaje central: Jesús pidió que se extendiera la devoción a su Sagrado Corazón, mostró su Corazón rodeado de espinas y solicitó una fiesta en su honor, poniendo énfasis en la reparación y amor en la Eucaristía.
4. Cuarta aparición (Gran revelación)
Fecha: Junio de 1675 (Octava del Corpus Christi)
Mensaje central: Gran revelación. Jesús expresó el dolor de su Corazón ante la ingratitud humana. Pidió la consagración de Francia a su Corazón y la institución de una fiesta con Misa y Comunión reparadora.
Cita: "He aquí este Corazón que tanto ha amado a los hombres, que nada ha perdonado hasta agotarse y consumirse para testimoniarles su amor. Y en reconocimiento no recibo de la mayor parte más que ingratitudes...".
JUNIO MES DE LOS CORAZONES
A finales de este mes de junio se clausura el Año Jubilar Diocesano, por los 350 años de las apariciones que celebramos en el 350 aniversario de patronazgo que lleva la Diócesis de Ciudad Obregón del Sagrado Corazón y Jesús.
Aunque seguimos en el Jubileo de la Encarnación como cada 25 años, en este Jubileo de la Esperanza, mundialmente convocado por el Papa Francisco (QEPD), del 24 de diciembre de 2024 y finalizará el 6 de enero de 2026. Es una grata coincidencia de la gracia de Dios, que nos invita a ser "Peregrinos de la Esperanza", con nuestro corazón que nos impulsa a vivir unidos, buscando el latir al unísono, en el amor, en la entrega y en el servicio.
Además, no podemos olvidar que tenemos a una madre, que Jesús en la cruz del calvario nos la entrega en la persona de Juan el discípulo amado (en la fiesta litúrgica del año 1673, a Santa Margarita le permitió el Señor recargarse en su corazón ardiente de amor por nosotros).
María también tiene un corazón lleno de amor, un corazón traspasado por la lanza profetizada por Simeón, cuando le dijo "...y a ti misma una espada te atravesará el corazón. Así se manifestarán claramente los pensamientos íntimos de muchos." (Lucas 2:35)
Dos celebraciones litúrgicas muy unidas, la Solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús, el viernes 27 de junio y la fiesta Inmaculado Corazón de María, el sábado 28 de junio de este año; una tras otra.
Ya hay devociones, consagraciones a los dos corazones, dejemos que las bendiciones nos cambien el corazón, nos conceda una "Cardiomorfósis", como lo dijo Dios por medio del profeta Ezequiel: "Yo les daré otro corazón y pondré dentro de ellos un espíritu nuevo: arrancaré de su cuerpo el corazón de piedra y les daré un corazón de carne, a fin de que sigan mis preceptos y observen mis leyes, poniéndolas en práctica. Así ellos serán mi pueblo y yo seré su Dios." (Ezequiel 11,19-20).
LA DEVOCIÓN AL INMACULADO CORAZÓN DE MARÍA
Ante todo, significa la gran pureza y amor del corazón de la Santísima Virgen María por Dios. Esa pureza se puso de manifiesto en el "Sí" que ella dio al Padre en la Anunciación; en su amor por su Hijo encarnado, y la cooperación de María en la misión redentora de Jesús; y también en la docilidad que mostró al Espíritu Santo, por lo cual permaneció durante toda su vida libre de ninguna mancha de pecados personales. El Corazón Inmaculado de María, por lo tanto, nos señala la profunda vida interior de María, con la que ella experimento tanto los gozos como los sufrimientos permaneciendo, igualmente, fiel a Dios, como estamos todos llamados a vivir.
El Inmaculado Corazón de María recibe honra, de alguna manera, desde antes del siglo XVI, pero San Juan Eudes, sacerdote francés del siglo XVI, popularizó esta devoción por su gran amor a la Santísima Virgen.
Parte del mensaje de Fátima consiste en el pedido que Dios nos hace de reparación por los pecados del mundo. En 1916, el ángel que se apareció a los niños les enseñó oraciones de reparación y les pidió que hicieran penitencia. La Santísima Virgen también pidió oraciones y actos de reparación; y el 13 de julio de 1917, prometió que volvería para pedir una forma especial de reparación. Esto se dio en 1925, cuando se le apareció a Lucía, que era novicia en una comunidad española.
"Mira, hija mía, mi Corazón cercado de espinas que los hombres ingratos me clavan sin cesar con blasfemias e ingratitudes. Tú, al menos, procura consolarme y di que a todos los que durante cinco meses en el primer sábado de mes se confiesen, reciban la Sagrada Comunión, recen cinco misterios del Rosario y me hagan compañía durante quince minutos meditando en los quince misterios del Rosario con el fin de desagraviarme, les prometo asistir en la hora de la muerte con las gracias necesarias para la salvación".
Este pedido está vigente y es tan necesario hoy como en el siglo pasado. No solo está al alcance de todo católico, sino que se agrada así al Señor, que, como cualquier hijo, agradece que otros defiendan el honor de su madre.
La sierva de Dios, Lucía de Jesús Rosa Dos Santos, una de las visionarias de Fátima, lo expresó de la siguiente forma: "La obra de nuestra redención comenzó en el momento en que la Palabra descendió del Cielo y asumió un cuerpo humano en el vientre de María. Desde ese momento y durante los siguientes nueve meses, la Sangre de Cristo fue la sangre de María, tomada del Inmaculado Corazón de la Madre; el Corazón de Cristo latió al unísono con el Corazón de María".
Y Jesús mismo, cuando se apareció a Sor Lucía, le dijo: "Quiero que Mi Iglesia ponga la devoción al Inmaculado Corazón junto con la devoción a Mi Sagrado Corazón".
"Nunca temas amar demasiado a la Santísima Virgen María. No hay forma de amarla más de lo que Jesús la amó". – San Maximiliano Kolbe.
"No debe separarse lo que Dios ha unido tan perfectamente. Están tan juntos Jesús y María que quien contemple a Jesús ve a María; quienquiera que ame a Jesús, ama a María; toda persona devota de Jesús, es devota de María". – San Juan Eudes.
Consagrarse a los Dos Corazones, el de Jesús y el de María, significa entregarles la propia vida y la de la familia, buscando su guía y protección, y viviendo según su ejemplo de amor y unidad. Es un acto de devoción que busca la unión familiar y la fortaleza en el amor, a través de la intercesión de los Sagrados Corazones.
La consagración a los Dos Corazones puede hacerse de forma personal o familiar, a través de una oración específica o un acto formal de consagración. También se puede hacer a través de la práctica de devociones específicas, como el rezo del Rosario o la adoración eucarística, y viviendo según los ejemplos de Jesús y María.
Sea en las actividades, retiros, procesiones, horas santas de reparación de la Guardia de Honor del Sagrado Corazón de Jesús, que muchos nos hemos consagrado ahí, o a través de los 33 días de oración para consagrarnos al inmaculado corazón de María desde la enseñanza de San Luis María Grinion de Monfort, no estamos comprando el cielo, estamos suplicando humildemente que bendiga nuestro esfuerzo, que es poco comparado con lo que Él hace, el Señor lo ha hecho casi todo para salvarnos... a nosotros nos toca hacer casi nada, solo dejarnos amar por él, entregar nuestro corazón en reparación, en amor a Jesús por María. Amén.