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Las Plumas

Piel de víbora

Como las víboras, a nuestro pueblo le urge cambiar de piel; nos urge renovarnos, renacer

Jesús Huerta Suárez

Como las víboras, a nuestro pueblo le urge cambiar de piel; nos urge renovarnos, renacer. Nos urge cambiar. El mundo ha cambiado y nosotros nos negamos a hacerlo. Estamos sumidos en un gris laberinto de odio, ignorancia, miedo y apatía. Estamos divididos entre los unos y los otros. Ya se venía notando nuestro arcaico proceder, pero la pandemia, el nuevo gobierno, la desazón y la carestía, apresuraron las cosas a tal grado que, en México, se siente un desfase tremendo. No, no comparándonos con el mundo, simplemente comparándonos con el México de los cincuentas, sesentas y setentas, por ejemplo. Esto, a pesar de los graves problemas de antes que ahora, se han agravado.

Y, no, no estoy echándole la culpa al gobierno actual, ya que el actual gobierno no es más que el resultado de lo que somos como sociedad. Nadie podrá negar, (excepto, los que están viviendo del erario, y quién sabe), que ya nuestros problemas nos han rebasado: la violencia surge en todos lados y a todo momento; somos intolerantes, estamos resentidos y tenemos baja autoestima o somos soberbios. Todo está sucio; todo está roto, para dónde voltees. Las sonrisas se han marchado. El morbo y las groserías parecen estar en la mente y en la boca de la mayoría. La pasión por las bellas artes y la ciencia se ha diluido en un mar de basura. La música en la radio y las películas en la televisión son, en su mayoría, porquería. La juventud se está alejando de la naturaleza y se ha encapsulado en un pálido mundo virtual. Lo superficial y lo mediocre nos satisface y hasta despreciamos al mismo amor de pareja, de familia y de patria. No sabemos lo que queremos, pero lo queremos ya y a como dé lugar.  Nos revolcamos en anticuadas visiones económicas de izquierda y de derecha que ya deberían desecharse porque, evidentemente, no funcionan. Vamos, ni siquiera parecemos darnos cuenta que esto que llamamos vida ha pasado de lo absurdo a lo que le sigue y ni así nos esforzamos en cambiar.

Cambiar, ¡nos urge! Es urgente entender que solo viviendo como seres humanos en constante evolución podremos aspirar a sentirnos dichosos o, al menos, satisfechos con nuestra existencia. Es necesario sumirnos en los libros, nadar en la bondad hacia el prójimo, dejar de hacerle tanto caso al cuerpo que solo busca la autocomplacencia que de nada sirve, cuando lo que deberíamos de buscar es trascender. Ser mejores personas y crear en lugar de solo tomar y destruir todo a nuestro alrededor. Paz.