Paso del tren por Navojoa

Ante una situación difícil

Por: Gerardo Armenta

Es probable que, en muchas partes del país, en su transitar cotidiano el ferrocarril divida en dos los lugares por los que atraviesa. Tal y como ocurre en Navojoa. A fuerza de repetirse, y sin mayores posibilidades de evitar tal mecánica, la ciudadanía en apariencia termina por aceptar como irremediable esa situación. En realidad, se trata de una situación que no resulta fácil modificar. Sucede así por más que gobernantes y representantes populares asuman terminar el estado de cosas que genera una situación como la descrita en apenas unas cuantas líneas.

Y es que francamente no debe resultar fácil, prácticamente hablando, asumir la compostura de un esquema en principio de circulación vial y personal que agobia a un lugar como la Perla del Mayo. El paso de los años ha ratificado (y ratifica) la complejidad burocrática o política que sin duda debe resultar del lance que significaría poner en debido orden el paso del ferrocarril por la Perla del Mayo. En días recientes, un trabajo periodístico publicado precisamente por Diario del Mayo puso el acento en esta singular problemática. Vale la pena detenerse en el texto respectivo y las consideraciones que le distinguen. El trabajo fue titulado “El Tren de la Muerte”.

Contundente desde su primer párrafo, en sus líneas de apertura, por ejemplo, se lee lo siguiente: “Durante décadas, el paso del tren en Navojoa se ha convertido en una racha de pérdidas: desde vidas humanas, lapsos de tiempo y hasta desarrollo”. Ninguno de estos enunciados podría ser objetado por nadie. Y a continuación se anota: “La llegada del ferrocarril a Navojoa, en el año 1907, marcó el inicio del desarrollo económico para la región del Mayo en su momento, aunque ahora se duda de su utilidad”. Y es que en la actualidad el ferrocarril (sigue el texto periodístico) “también representa un peligro mortal para muchos”. Las preguntas serían cómo y por qué.

Es que, como se sabe en el sur de la entidad (y concretamente en Navojoa), los cruceros del ferrocarril que están por las calles Abasolo y Allende han cobrado víctimas durante el cruce por las vías en su intención de ganarle el paso al tren. La verdad es que éste, en todas partes, suele ser un lance, no sólo dramático, sino igualmente casi siempre fallido. Los ejemplos al respecto son abundantes. Pero en el caso concreto de Navojoa, esos dos cruceros están donde están, puestos allí al parecer con el fin de que aguanten el paso de la eternidad.

La gran singularidad del ferrocarril en Navojoa radica en que sus vías son consideradas tácitamente como la división geográfica o territorial entre el oriente y el poniente de la población. En otras palabras, de suyo se asume que las vías del ferrocarril han hecho posible la existencia de dos ciudades dentro de una misma, separadas, eso sí, por los rieles ferrocarrileros.  Esta “frontera” es ya un concepto o evidencia de uso común porque se habla precisamente en esos términos: Navojoa del oriente y Navojoa del poniente. Es claro que una conceptualización de este tenor no remite a nadie más allá de los límites de la anécdota o la ocurrencia en la plática. Lo grave está en otros aspectos del mismo tema. De acuerdo con estadísticas confiables, por lo menos ocho personas suelen perder la vida anualmente en su intento (80% de los casos) de ganarle el paso al tren en Navojoa. El dato fue proporcionado por Edmundo Valdez Reyes, comandante de Bomberos en el municipio.

Por lo visto, el ferrocarril tiene en Navojoa una presencia diaria constante. Está, por ejemplo, a las 9 de la mañana, a las 12 del mediodía, a las 3 de la tarde y a las 18 horas. En todos estos momentos el tren atraviesa la ciudad, un poco como si no hubiera infierno. La verdad es que este transitar cotidiano suyo parecería un agobio o acoso plenamente deliberado para hostigar o enfadar a una población. El problema en todo esto es que su paso no es directo o de una sola vez, por decirlo así. Es detenido para la realización de sus famosas “maniobras” (signifique esto lo que signifique) y muchas veces por largo tiempo. Es así como se producen los problemas para automovilistas que ante la mole del tren tienen forzosamente que hacer alto, muchas veces también a deshoras con todos los riesgos añadidos que eso implica.

¿Hasta cuándo persistirá en Navojoa una situación como la descrita? Lo malo es que ya no se usa decir que esta podría ser la pregunta de los 64 mil pesos…

armentabalderramagerardo@gmail.com

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