En todas las economías del mundo, además de los múltiples pendientes que enfrentan para hacer avanzar a sus sociedades, uno de los temas que más preocupa es la inflación.
Este indicador impacta directamente a todos los habitantes, ya que en función de sus sueldos y salarios se define su poder adquisitivo.
Cuando el porcentaje de inflación aumenta, la capacidad de compra de bienes y servicios disminuye, restándole poder al consumidor.
Se hace realidad lo que por generaciones se ha comentado: hoy en día el dinero vale menos, porque ya no se puede comprar lo que antes sí se podía.
La sociedad lo percibe al acudir al mercado y notar que un bien o servicio que semanas atrás tenía un precio, ahora cuesta más.
Esa es la realidad del mercado de consumo en la adquisición de bienes y servicios, ya sean materias primas, productos semi-terminados o terminados.
La inflación afecta por igual a productores y consumidores, especialmente cuando los insumos provienen del exterior y están sujetos a la paridad cambiaria.
Esto se agrava cuando existe una alta dependencia de materias primas y productos terminados del extranjero, como ocurre actualmente en México en diversas actividades económicas.
Uno de los objetivos de toda política económica nacional debe ser disminuir la inflación a niveles mínimos.
Además de fortalecer el poder de compra de los consumidores, una baja inflación es señal de una economía sólida.
Cuando se libra una batalla abierta contra la inflación, se da consistencia al salario y a sus incrementos anuales, que son lo más esperado por la población.
Por el contrario, si se deja sin control, el poder adquisitivo otorgado por los aumentos salariales se desvanece día con día.
En México, una estrategia común de los gobiernos federales ha sido la firma de pactos para frenar los porcentajes inflacionarios, respaldados por la creación de dependencias para proteger al consumidor.
Sin embargo, tanto los pactos como estas instituciones se han quedado a medias en el combate al crecimiento de la inflación.
La inflación debe enfrentarse con acciones concretas más que con acuerdos, especialmente porque es difícil implementar medidas a mitad de año, cuando los precios de bienes y servicios gubernamentales ya han subido.
Esto obliga al sector productivo a incrementar también sus precios, arrastrando a todos los consumidores en una espiral inflacionaria.
Es fundamental que los acuerdos entre Gobierno y sector privado contra la inflación se firmen en paralelo a la elaboración de los presupuestos públicos anuales.
Esto permitiría aplicar medidas prácticas que reduzcan los porcentajes inflacionarios desde el inicio del ejercicio fiscal, generando un efecto positivo.
Para comprobarlo, bastaría con realizar un ejercicio meses antes de aprobar los presupuestos públicos y privados, iniciando así un plan de control de la inflación que, sin duda, mostraría resultados favorables.
DEL ESCRITORIO
Cualquier economía del mundo puede planear a largo plazo si se mantienen acciones ejecutivas constantes, especialmente desde centros de poder como la Casa Blanca... Cuando existe una dependencia en muchas actividades económicas, se vive en constante incertidumbre... Es interesante que la Organización Mundial del Comercio (OMC) haya manifestado que el intercambio de mercancías crecerá este año y el próximo, a pesar de los aranceles... Asimismo, como lo señalan la Secretaría de Agricultura y la Conagua, es muy probable que las regiones del noroeste del país que no sembraron sus tierras en el ciclo anterior, sí puedan hacerlo en el siguiente, gracias a las precipitaciones pluviales que se están registrando.