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Las Plumas

Líderes al Senado

El caso Colosio

Líderes al Senado

Es notorio y notable que los dirigentes nacionales de partidos políticos como PRI, PAN y PRD no tienen mucho pueblo de su lado. Las críticas en contra de ellos son frecuentes. Y, en cambio, escasean de suyo los reconocimientos o parabienes por su labor.

No es de ahora que, por ejemplo, el priista Alejandro Moreno, el panista Marko Cortés y el perredista Jesús Zambrano nunca han podido acreditar un generalizado reconocimiento por la eficiencia o significado de su quehacer partidista. Las cosas para ellos en este sentido han sido y son precisamente al revés.

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Sin embargo, debe reconocerse que esta aproximación a encono general de que disfrutan (suponiendo que esto fuera posible), no parece que les inquiete mucho. Prueba de ello es que, bajita la mano, o sin querer queriendo, los dirigentes nacionales partidistas a los que se alude acaban de servirse con la cuchara grande.

No se puede encuadrar de otra manera el notable y llamativo lance político-electoral por el que Alejandro Moreno, Marko Cortés y Jesús Zambrano, seguramente al grito de ¡viva México!, asumieron postularse como candidatos plurinominales ni más ni menos que al Senado de la República. Sí: los tres. ¿Quedarán así en aptitud de comandar con más encono y brillantez, los partidos que encabezan?

Eso habría que verlo. Sus partidos forman la coalición opositora que apoya la precandidatura presidencial de Xóchitl Gálvez, como bien se sabe. En tal estado de cosas, el expresidente Felipe Calderón criticó las aspiraciones legislativas de los dirigentes partidistas en mención. Y simple o gravemente los consideró un “lastre” para Gálvez.

Acaso esta última definición debió sonar fuerte en los mentideros políticos y mucho más allá de estos linderos. Pero ha de reconocerse que no sólo alguien como Calderón tomó la palabra en el sentido que lo hizo. De una u otra manera, se han estado multiplicando las opiniones en contra de la decisión asumida por la trilogía de mando existente en los ámbitos de partidos como PRI, PAN y PRD. Y es que, sea dicha la verdad, no se midieron.

Mientras tanto, y como bien lo sabe la opinión pública en estas alturas, el llamado caso Colosio vuelve una vez a destacados niveles de atención pública. A casi 30 años del asesinato del entonces candidato presidencial del PRI, hoy mismo se está planteando la eventualidad de que tan lamentable crimen finalmente no haya sido obra de un tirador solitario.

Bien se sabe que históricamente, y con formalidad legal acreditada, terminó por reconocerse que Mario Aburto fue el único que atentó contra Colosio en Lomas Taurinas (Tijuana), el 23 de marzo de 1994, en lo que fue una circunstancia ingrata y dolorosa que hoy bien podría ser modificada en cuanto al modo de su realización. Y es que, en contra de lo que jamás pudo imaginarse, puestos ya en estas alturas del devenir, finalmente al parecer se está abriendo paso legal la tesis del segundo tirador contra Colosio.

No puede ignorarse que también en su momento cobró discusión la posibilidad de que no sólo Aburto haya sido el único que disparó contra Colosio. Incluso, a pocos minutos de ocurrido el homicidio, se hizo la detención de un sujeto que sospechosamente se alejaba corriendo del lugar del crimen con manchas de sangre muy vistosas en su chamarra. Casi inmediatamente después se comprobó que había disparado un arma de fuego. Y…fue dejado en libertad.

Desde entonces no se volvió a saber nada en público de José Antonio Sánchez Ortega, un elemento entonces del área de seguridad nacional (Cisen). Hoy, cuando nuevamente surgen referencias suyas, se sabe que la Fiscalía General de la República resolvió capturarlo, en el apremio de que se le señala como el segundo tirador contra Colosio. Sin embargo, un juez negó la respectiva orden de aprehensión.

Tales son, en apretada síntesis, los más recientes y muy llamativos pormenores que tienen que ver con el homicidio del recordado político sonorense. Queda de manifiesto, en el esquema respectivo que finalmente, por lo visto, quizá se acredite la especie de que el entonces candidato presidencial del PRI pudo ser víctima de un complot, como no dejó de insistirse en su momento.

Pero resultará prudente no anticiparse a los acontecimientos que podrían ocurrir al paso de los días. Quizá haya más preguntas que respuestas en el marco de esta otra activación de la pesquisa sobre el homicidio de Colosio. La de hoy, sin embargo, podría ser una apreciable oportunidad de ponerlo definitivamente en claro, si es que se demuestra, con objetividad razonable y sólida, que hay evidencias que así lo fundamenten.

armentabalderramagerardo@gmail.com