La de este jueves, según los reporteros policiacos, fue de al menos cuatro muertos.
Suman ya, solamente en Cajeme, 25 ejecuciones en el mes y 342 en el año, aproximadamente. Y si por las vísperas se saca el santo, la situación no parece tener fin para los próximos meses, a pesar de que se habla que la Guardia Nacional tendría a estas alturas todo controlado.
A eso se le suma la labor de las Guerreras Buscadoras de Sonora, que tan solo en Puerto Peñasco encontraron 13 cuerpos en una brecha, en Ostionera número dos, en el kilómetro 8 de la carretera Puerto Peñasco-Caborca.
En total en el país se han cometido, hasta septiembre, un millón 520 mil 779 delitos de diversa índole.
Pero en el caso de los homicidios, van 33 mil 359, de los cuales 22 mil 59 han sido dolosos, mientras que en Sonora, de los 16 mil 335 delitos cometidos, hasta septiembre también, van 994 homicidios y de ellos 733 han sido de los considerados dolosos o ejecuciones.
Las cifras, por supuesto, no son para lanzar vivas o porras sino muy preocupantes.
Por un lado, es atemorizante el hecho de que los cuerpos policiacos, el Ejército incluido, solamente estén reaccionando y no previniendo los delitos.
Cuando alguien cae abatido por las balas, entonces es cuando responden los uniformados de todos los niveles, pero aquellas estrategias de "inteligencia" de que tanto nos hablan no se ven por ningún lado.
El Estado fallido pareciera ser el común denominador y los agentes policiacos hasta el momento han servido más para contabilizar el número de balas incrustadas en cada cuerpo, que para contener la violencia.
En la mentalidad ciudadana está fija no solamente la imagen de las interminables ejecuciones sino de las escasas detenciones de delincuentes de peso a causa del panorama violento que envuelve a la región.
¿Habrá salidas? ¿Serán suficientes el "abrazos, no balazos" o el "te voy a acusar con tu mamá" para impedir que quienes se han apoderado de las ciudades para delinquir a placer se vayan en franca retirada?
Cierto, como se ha dicho en múltiples ocasiones, la sociedad tiene mucho que aportar en esta cruzada contra la violencia, pero ¿cómo motivar su credibilidad?
Quizá la indiferencia social hacia la denuncia se finque en la posibilidad de que al acusar al que mata o roba, al que le harán caso será al delincuente, no al denunciante. Muchos casos de ese tipo han ocurrido.
Pero el objetivo de esta sociedad es, debe ser, cambiar el entorno violento por el de la paz. Si empezamos hoy, las nuevas generaciones podrán tener una nueva mentalidad.
Intentarlo no cuesta nada.
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