Harto ya de estar harto
La oposición política ha demostrado, además de su interés por los beneficios personales del poder, su pasión por triquiñuelas y reflectores
Harto ya de estar harto ya me cansé. En serio, esto en lo que se han convertido las redes sociales, medios de comunicación, y reuniones sociales harta y cansa. Esto no es normal. La clase política en México tiene años marcando la agenda ciudadana y para mal. Cuando no son actos mayúsculos de corrupción por todos lados, son notas de ineptidud del gobierno en turno, filtraciones de información, críticas personales y banales, complicidades, traiciones, amasiatos, impunidades, omisiones, licitaciones a modo y un sinfín de temas que en su mayoría son nefastos y que hasta la fecha solo han logrado una gran división de los mexicanos entre los que aman ciegamente (como nunca había visto) y los que odian visceralmente al presidente y a sus seguidores. Brecha que día a día se hace más profunda y enfermiza y que no augura nada bueno para el país.
Hasta el momento la oposición política partidista solo ha demostrado, además de su descarado interés personal por los beneficios personales que trae el poder, su pasión por las triquiñuelas y los reflectores que su fatuo egoísmo les exige.
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Por otra parte, una oposición intelectual, empresarial, colegiada, experimentada, realista, tampoco se ve y, hablar de una sociedad organizada, unida y fuerte, es casi casi imposible.
En cambio, los adoradores del presidente en turno y miembros de la pomposamente llamada Cuarta Transformación no aceptan ningún yerro, ni un solo yerro, vamos, ni siquiera los ven. Viven en una burbuja y se mantienen de una fe que raya en el fanatismo y, la mayoría, de una que otra migaja económica que les cae de nuestros impuestos, mientras que una minoría, los del poder, viven la vida de opulencia que tanto criticaban de los políticos de los otros partidos, pero se lavan las culpas diciéndose de “izquierda”.
El caso es que, mientras estos dos extremos del México mágico trágico se bifurcan cada vez más, el país se nos va de las manos entre mentiras verdaderas y entre lágrimas, risas y abrazos, sin que se vislumbre una luz al final del túnel…a menos que emprendamos ya una revolución…de la conciencia, y nos pongamos a trabajar por el México que TODOS anhelamos y no el que unos POCOS tienen o quieren.