Por: Eduardo Sánchez
Una vez más el tiempo hizo de las suyas; pasó volando a velocidad supersónica sin casi darnos cuenta, dejando la impresión de que estos días de estar guardados fueron sólo un sueño. Ya lo veníamos presintiendo desde hace mucho, pero, ahora, no nos queda otra más que aceptarlo: el tiempo no se detiene para nadie, y nadie se detiene por nosotros.Ahora, también, esos paseos que circundan nuestra tierra, llámense playas, lagos, canales, ríos y arboledas, lucen sombríos y desolados; cuando ayer hervían en el bullicio que miles de almas hambrientas de olvido suelen provocar. Ahora sólo quedan desperdicios, suciedad y restos de locura colgando de los árboles. Claro, también quedan los ecos de las risas de los que ríen y los suspiros de los que quieren; lo mejor de los menos.
En las iglesias quedan los olores y las cenizas de los inciensos quemados; las palabras de lamento y las oraciones de arrepentimiento por los pecados, mismos que ayer, de la misma manera, crucificaron al amor hecho hombre. Han quedado, también, las esperanzas, las lágrimas y los cantos en los corazones de quienes obran de buena fe. No somos todos.
Es, quizás, que nuestros sentimientos están fincados en la arena por lo que nos sentimos erosionados por la marea que se ha venido intensificando con el tiempo… pero, ¿en qué cimentar nuestros anhelos para que no decaigan en el trajín diario de la vida? ¿Cuál sería la roca indicada para levantar imperios del alma fuertes?
He ido por muchas partes buscando respuestas a mis necedades; he preguntado al lisiado, al ciego, al que sufre, al que ama, si es que sienten lo mismo que yo, y, al menos en ese renglón sentimos y pensamos igual: el tiempo pasa volando.
…Y he ido más allá en mi afán por encontrar el ancla que precisa mi delirio por evitar el vacío que deja la usencia de todo lo que quiero en mi vida; es por eso que me he atrevido a cuestionar al Señor. El que es perfectísima bondad seguro me ha de ayudar…cierro mis ojos, y escucho una voz que me dice: Despierta, despierta, que la tierra firme, ese lugar que buscas para alzar el templo de tu existencia se llama “conciencia”.
Sólo hay que transformarnos en personas llenas de amor, y alejarnos del ego; entonces, aún en el dolor sabremos sobrellevarlo como el tiempo sobrelleva nuestras vidas.
Levantémonos a llevar la buena nueva, el tiempo ha muerto y con él, el yo.
“Y correrás y correrás tratando de alcanzar el sol […] pero ahora te falta el aliento y estás a un día más cerca de morir” Pink Floyd
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