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Las Plumas

El quehacer de los árbitros

Beisbol, futbol, box, política

El quehacer de los árbitros

Como bien se sabe, es común que en todos los ámbitos de trabajo en que se ocupan, a los árbitros les vaya como en feria. Esta es una expresión del habla popular que bien puede ser sinónimo de maltrato o desprecio, si bien todo depende de la medida o graduación del enojo de quienes la formulan, obviamente en público, para hacer constar su irritación o coraje.

En el futbol, por ejemplo, y más en un país como el nuestro, casi no hay árbitro que salga bien librado en el ánimo del respetable tras ejercer su cometido en el campo de juego. Aunque los árbitros del balompié deben estar acostumbrados a que, incluso, les recuerden a su santa progenitora en términos altisonantes, de todas maneras, el trabajo suyo, por más que les guste, es o debe ser un tanto perturbador, antes, durante y después de ejercerlo.

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Es claro que, por ejemplo, en el beisbol pasa lo mismo. Allí los “ampayers” (o umpires) sufren también las de Caín por el tenor de las decisiones que deben tomar como vigilantes o garantes de la pertinencia del juego. Sin embargo, desde casi siempre, es el “ampáyer” de home el que suele cargar con el coraje o el ninguneo del respetable por el modo en que define los lanzamientos del pitcher y por la forma, casi siempre polémica, en que marca las jugadas apretadas que tienen lugar en el llamado home play.

Ante algunas de las circunstancias del juego de béisbol como las descritas, lo más común es que los aficionados gratifiquen al árbitro principal del juego con una legendaria acusación. Todo mundo la ha escuchado: “¡Ampayer bandido!” A uno le tocó escuchar una muy jocosa variante de esta singular acusación que quizá valga recordar en esta ocasión. Hace muchos años, un compadre y un servidor estábamos en el estadio “Ciclón” Echeverría de Navojoa, a punto de que iniciara el partido. Salió primero el árbitro en jefe y, cuando apenas enfilaba rumbo al home, el compadre atinó a obsequiarle este grito a todo pulmón: “¡Ampayer López Portillo!”

La exclamación se oyó tronante y fue saludada con tremendas carcajadas por gran parte del público. El asunto quizá no venía al caso, por lo menos en el ámbito donde nos encontrábamos. Pero, en efecto, había terminado la presidencia de José López Portillo y estaban en todo su apogeo los rumores sobre los presuntos manejos que se le achacaron, sin olvidar las faraónicas residencias de lo que popularmente se conoció como La Colina del Perro.

La verdad, entonces, es que la imagen de López Portillo quedó muy maltratada, por lo que el compadre no tuvo empacho para suscribir su gritoy “hermanar” a un ampáyer con López Portillo. Del mismo modo, en el boxeo el réferi o árbitro no siempre suele gozar de las simpatías del respetable. Allí el asunto está más complicado, porque las decisiones del tercer hombre sobre el cuadrilátero tienen que ver con el cuidado y la forma en que dos contendientes se “obsequian” golpes al por mayor, o por lo menos eso es lo que tratan de hacer, por supuesto uno en perjuicio anatómico del otro.

Como queda de manifiesto a la luz del repaso anterior, el quehacer de los árbitros deportivos puede resultar un tanto difícil o controvertido, como sucede en realidad a la hora de la hora. Pero recientemente en Sonora quedó de manifiesto que los custodios o vigilantes políticos también la pueden pasar mal. Es así porque, por ejemplo, el Instituto Estatal Electoral y de Participación Ciudadana fue acusado recientemente de ser parcial y “gandalla” por (presuntamente) tomar decisiones a favor de un partido como Morena. Ni más ni menos.

Acaso el problema para ese organismo es que la doble acusación fue formulada por el dirigente del PAN en Sonora, Gildardo Real Ramírez, lo que significa que no fue cualquier hijo de vecino (también respetable) quien formuló los cargos a que se alude. No es por nada, pero lo de parcial, sin ser precisamente un señalamiento que deba celebrarse, se queda un tanto corto ante la contundencia verbal negativa del que tiene que ver con la palabra “gandalla”, cuyo significado no es muy edificante, sino todo lo contrario. Pero incluso hay que hacer notar que Real Ramírez llevó su objeción ante el Tribunal Estatal Electoral en calidad de lo que en estos ámbitos se conoce como impugnación a una medida del IEE.

Sin embargo, más allá de parcialidad o gandallismo, la instancia estatal electoral dijo que su actuación en el tema que se comenta se apegó a derecho. Por lo menos así lo dijo Nery Ruiz, su presidente. No hay duda, así las cosas, de que ciertamente los tiempos políticos en la entidad se están acercando a su clímax. A ver qué pasa…

armentabalderramagerardo@gmail.com