Las Plumas

El Nirvana

El estar entrando en años, y quizá en carnes, no es aceptable para las bolsas de trabajo, y menos para las almas jóvenes

El Nirvana

Y pensar que el tener una hoja en blanco ante ti se puede convertir en el instrumento para escribir los ideales de una revolución, o una carta de amor sincero, o una serie de lamentos con nombres y apellidos, o de una sutil poesía, o de un proyecto social de grandes alcances, o de una fórmula matemática que multiplique los alimentos y reste el hambre, todo eso, y mucho más, se puede plasmar en una simple hoja de papel en blanco.

Sin embargo, nada de eso escribo ahora, sólo unas letras que me sirvan de catarsis de tantas cosas que he ido guardando por tanto tiempo, y que temo hagan explotar este corazón ya entrado en años.

He constatado con dolor cómo a la par de que envejezco el mundo se encoge y se enfría, paradójicamente, mientras este verano ardiente quema mi tierra y mis ganas de andar.

Siento que estoy perdiendo las ilusiones. Siento que se van a través de las lágrimas y de las gotas del sudor.

Me han dicho viejo, y eso no es malo, pero veo que el estar entrando en años, y quizá en carnes, no es aceptable para las bolsas de trabajo, y menos para las almas jóvenes, que nos miran como si fuéramos en caída libre con un dejo de lástima y como si no estuviéramos un poco mayores con cada día que pasa.

En cambio, me siento bien, creo que mejor que nunca, sólo que no logro asimilar o entender lo que se supone debo de aceptar. Es en estos momentos en que me siento niño de nuevo, aunque las canas y las arrugas en el espejo te digan lo contrario.

Y pienso en cómo es posible que con tanta inteligencia, belleza y espíritu de mi pueblo las cosas no marchen bien, cuando un día, la grandeza de una raza, vivió en armonía con la naturaleza y los astros del cielo.

¿A dónde se ido el entendimiento? ¿Qué ha pasado con mis sueños?

No lo sé. Y eso duele más. ¿Acaso vendrá el día en que cualquiera hablará cosas buenas sobre nosotros?

Dime tú, de dónde sacar fuerzas para seguir el camino, ¿A caso lo sabes?, ¿Será que para eso están los niños, las flores y el olor de la tierra mojada?

¿De dónde sacar la inspiración si a tu alrededor está cubierto de sangre y lagrimas?  ¿O será que mi alma comienza a podrirse y ve puras sobras?

Dime tú. Sí, tú, quien vas por la calle sonriente a pesar de tu cara sucia y tus ropas rotas. Tú, que en pleno siglo 21 cargas en tu vientre la ilusión de una nueva vida mientras el mundo rueda en pedazos. Tú, el anciano que hace planes para comenzar un nuevo negocio. O tú, que acabas de descubrir lo que se siente sembrar un árbol.

Dime, porque no me quiero morir, no sé si por miedo, o porque aún me quede algo de fuerza. Destapa mis ojos, ayúdame a ser el que una vez fui, ese que jugaba, sin límite de tiempo y sin límite de caídas.

Deja que tu amistad vuelva a correr por mis venas, lo necesito. Yo, prometo no claudicar, pero dame ese aliento, que te daré, lo que el cielo a mi me dio.

Andemos contentos de saber que en esta vida, cada día, no es más que un escalón más de la escalera que conduce al Nirvana prometido.

Jesushuerta3000@hotmail.com