Crecimiento de Navojoa
El problema con el tren
Un dato quizá no muy generalizado en el conocimiento público, debe ser el que concierne a la cantidad de población que tiene un lugar como Navojoa. A primera vista, y más quizá ante ojos externos, se pensaría que la densidad demográfica de la Perla del Mayo podría ser cuantiosa. No lo es tanto, aunque 164 mil 387 habitantes sí representan un apreciable universo poblacional.
El dato anterior es oficial y su contabilidad se hizo hasta el año 2020 de acuerdo con una indagación oficial. Cabe reconocer, porque es propio hacerlo, que los datos del Inegi siempre han sido confiables en todos los trabajos que suele practicar al respecto. También es propio tomar nota de que el crecimiento navojoense por década ha sido de hasta 4.22 por ciento. Y todavía más: en el sector oriente de la ciudad radica hasta el 60 por ciento de los navojoenses.
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¿Significa este último porcentaje que la mayoría de navojoenses vive en la parte oriental de la ciudad? Así hay que asumirlo según la información de que se dispone. Y la verdad es que no se tendría por qué dudar de la certeza de ese dato, en tanto que a menudo basta con simples recorridos por ese sector (sin apremio sociológico o demográfico a la mano) para darse cuenta de la forma en que el crecimiento urbano se ha generado en esa parte de la ciudad.
La expresión más común que robustece una evidencia como la anterior, es comentar que “se trata de otro Navojoa”, cuando se trata de poner de realce el impresionante despliegue urbano del oriente citadino. Pero lo cierto es que más allá de este explicable asombro, hay otro, quizá ya no tan digerible, sino todo lo contrario, que tiene que ver con la forma en que el poniente y el oriente navojoenses han sido separados drástica y peligrosamente por las vías del ferrocarril.
Como bien se sabe, tal separación no es permanente, sino que ocurre a intervalos, es decir, en distintas horas del día y la noche, dictada, al parecer inexorablemente, por la necesidad técnica (o como se diga) de que el tren lleve a cabo sus maniobras en los patios respectivos, ubicados singularmente en puntos urbanos cruciales de la ciudad. La existencia de este mapa de incomodidad y peligro para la ciudad, jamás ha importado a ningún gobierno (su rango es lo de menos) para por lo menos plantear un cambio en tal estado de cosas.
En otras palabras, el problema se dejó crecer históricamente y hoy no se advierte por ningún lado que existan propósitos o simples afanes reales o concretos para perfilar una solución. En esencia, el asunto es de conectividad. Y este término, además de otras consideraciones, salió a relucir (como era propio que lo hiciera) en una entrevista, publicada en Diario del Mayo, con el arquitecto Lamberto Betanzos, director del Instituto Municipal de Planeación.
Comentó el funcionario que una ciudad se desarrolla en base a la movilidad que logra generar, aspecto que tiene mucho que ver con su crecimiento. Señaló que este es un problema de conectividad y fallas en el equipamiento urbano. Dijo que, en el caso que se comenta, se han buscado soluciones como hacer puentes elevados y pasos a desnivel, con el fin de crear la conectividad que hace falta entre oriente y poniente de la ciudad. Expuso que lograr una comunicación eficiente al respecto “tiene que ver con el transporte urbano, la movilidad peatonal y hasta la ciclista”.
La verdad es que, en el marco de un problema como el abordado en este apunte, sí existen soluciones técnicas viables desde el punto de vista de la ingeniería y la arquitectura. Incluso, tales soluciones salen a relucir cuando el tema cobra mayor discusión, lo que ocurre periódicamente. Pero por lo visto se requiere una conjugación de financiamiento y decisión política para llevar a cabo la o las obras urbanas que pondrían fin a la división existente entre el oriente y el poniente de Navojoa.
La cuestión se ha debatido a lo largo de los años. En un momento se creyó que la hechura de lo que se llamó puentes elevados, resolvería sensiblemente la problemática existente al respecto. No ha sido así y es de creerse que esos puentes no serán la solución respectiva y ni siquiera parte esencial de la misma. Mientras tanto, el tiempo pasa (sin detenerse, diría alguien) y no se advierte por ningún lado que, por lo menos en lo inmediato, se disponga de alguna medida frente a las maniobras cotidianas del ferrocarril a su paso por un punto neurálgico de Navojoa. Algún día…
armentabalderramagerardo@gmail.com