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Las Plumas

¿Ante un cuarto debate?

Una propuesta de Máynez

¿Ante un cuarto debate?

No todo en un país como el nuestro puede estar sujeto a la realización de eventos como los que tienen que ver con los debates presidenciales. De este modo, basta y sobra con que, en la presente coyuntura electoral en curso, se hayan programado tres de tales encuentros. Incluso, se antojan muchos.

 La verdad que el nuestro no es un país de párvulos políticos donde se requiera que sus aspirantes presidenciales se vean las caras una y otra vez en citas carentes de chispa intelectual o, si se quiere, soporíferas o aburridas hasta la insolencia. Lo más chistoso de todo es que, al final de tales encuentros, surjan preguntas o afirmaciones sobre quién se alzó con la victoria. Pues nadie, es lo que todo mundo suele pensar.

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Sirva lo dicho anteriormente para dar cabida (y comentarla) a una reciente propuesta de Jorge Álvarez Máynez, candidato presidencial, como se sabe, de Movimiento Ciudadano. En esencia, planteó al Instituto Nacional Electoral organizar un debate presidencial más, pero ahora entre los que denominó “los dos grupos políticos que lideran la contienda”. Seguramente quiso referirse más bien a partidos políticos, porque dijo que entre éstos estaría Movimiento Ciudadano.

De acuerdo con sus dichos, el añadido debate presidencial que propone serviría para que los mexicanos comparen ideas a fin de elegir la mejor opción para gobernar. La verdad es que se asume por hecho que esta finalidad debe quedar solventada con los tres debates entre aspirantes presidenciales que se programaron en esta ocasión.

Pero la novedad estriba en que Álvarez Máynez propone llevar a cabo un cuarto evento de ese tenor. Debe ser propio reconocer esta capacidad masoquista de que hace gala el personaje aludido. ¿Un debate presidencial más? No, por favor, diría quizá una parte importante de la opinión pública. Debe bastar y sobrar con los que se programaron para esta coyuntura electoral. Y es que el que primero que tomó forma no causó precisamente una buena impresión generalizada. ¿Para qué, entonces, buscarle ruido al chicharrón? Tal sería la elegante pregunta que valdría formular al respecto.

Aunque podría suceder que en los dos debates restantes las cosas mejoren sustancialmente, si bien no parece que la burocracia del INE esté muy dispuesta a cambiar el formato del evento. Y esta actitud suya se advierte a pesar de las críticas (o truenos) que todavía se escuchan en el ambiente por el desorden que campeó en el primero de los debates en mención. De ninguna manera es asunto menor el que se comenta. La presunción radica en el sentido de que debe existir algún modo práctico y entendible de que esos eventos sean verdaderamente lo que plantea su denominación y no lo que terminan siendo a la hora de la hora.  

Volvamos, si usted lo permite, con Álvarez Máynez. Resulta que recién dijo en Durango que los “poderes fácticos” al servicio del gobierno oficialista no quieren que vaya al siguiente debate. Y es que, dijo, que durante el primero de estos compromisos el partido que representa se llevó la victoria con las propuestas del proyecto de nación que presentó. El caso es que comentó que “no quieren que Máynez vaya al encuentro porque ya saben de qué estamos hechos y no nos quieren volver a tener enfrente...” 

Evidentemente hay en palabras como las anteriores una sobrevaloración personal por parte de su autor. Sorprende tomar nota de ello porque Álvarez Máynez se había mostrado como portador de razonables actitudes políticas, al grado de que su inclusión como candidato presidencial produjo comentarios favorables, muy por encima de los generados por Samuel García, quien no resistió mucho la posibilidad de ser candidato presidencial emecista, en hechos que ya son cuento viejo. 

También debe ser propio reconocer que Álvarez Máynez evidenció una razonable compostura en el reciente debate presidencial, pero no al extremo, por ejemplo, de reconocer que se advirtió superior a sus contrincantes. Pero no hay duda de que ese primer ejercicio le agradó tanto que ahora, en un extremo desproporcionado, está pidiendo un cuarto debate. 

Es casi seguro que no prospere una moción de esta naturaleza. La elección presidencial venidera es importante, como todas las demás que han ocurrido. La de hoy, empero, se quiere ver como una especie de algo verdaderamente inusitado. No puede negarse que se trata de una circunstancia especial y difícil. Pero no ha de ser válido atribuirle significados que no vienen al caso. 

En principio, la gran novedad de la elección venidera a que se alude es que seguramente determinará que por primera vez una mujer llegue a la Presidencia de la República. Y este es un hecho que valdrá celebrar por el gran significado que entraña. Y vaya que sí…

armentabalderramagerardo@gmail.com