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Las Plumas

¿Amor con amor se paga?

Me quedé sin palabras. No sabía qué decirle porque no es el primer conocido que asegura que le pidieron “cuota de piso”

Jesús Huerta Suárez

Como me desvelé anoche, hoy me levanté más tarde de lo común, por lo que tuve que tomar un Uber para llegar al trabajo. No es tan caro, solo fueron cincuenta pesos por el viaje. Pagué con el único billete de 500 que tenía para toda la semana. El chofer me dio el cambio y me bajé corriendo para checar a tiempo…

En cuanto abrimos el área de ventas llegó el primer cliente, un cliente frecuente y conocido de tiempo atrás. Lo saludé con gusto, y le pregunté qué necesitaba esta vez y cómo se encontraba. Contestó: “¿Qué te diré? pues, me acaba de pasar algo”—, comentó, mientras volteaba para atrás con la cara desencajada. ¿Qué te pasó? — Pregunté. Muy serio me dijo que lo acababan de amenazar de muerte. Afirmó que le llamaron para pedirle la cada vez más común en México y en Sonora “cuota por derecho de piso”, por su negocio que tiene en el Valle.

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¿¡En serio!?— Le pregunté.

“¡Sí! Y me dijeron que sabían exactamente todos mis movimientos y los de mi familia. Que me iba a ir mal si no les daba al menos 20 mil pesos por lo pronto… ¡Pero no tengo dinero! Les dije y que no tenía miedo, que los iba a denunciar, pero en realidad estaba temblando; muerto de miedo. En cuanto les colgué, después de estar hablando algunos minutos, llamé a la policía, pero nunca llegaron y decidí ir a la comisaría a presentar la denuncia. El comandante de la policía no estaba y lo esperé hasta que llegó para denunciar los hechos. El comandante me dijo que se le hacía muy rara esa amenaza, ya que no tenían reportes de situaciones de este tipo y me sentí más confiado, pero no del todo”. Afirmó que le llamaron de un número local y que le mostraron fotos de su casa y de su negocio y le dijeron que más vale que pagara o se atuviera a las consecuencias…

Me quedé sin palabras. No sabía qué decirle porque no es el primer conocido que asegura que le pidieron “cuota de piso”; y también sé que la mayoría de las personas que les pasa esto no denuncian y viven siempre con miedo.

Nos despedimos y le recomendé que se cuidara las espaldas…

Al salir del trabajo llegué al mercado y compré unas cosas. Al pagar, la cajera me dijo que el billete era falso. Era el billete que me había dado el Uber. Me enojé mucho por el engaño en el que caí y porque era poco lo que me quedaba para terminar la semana antes de la próxima raya. No quise fregarme a nadie con ese billete falso, sobre todo porque es un delito, y lo quemé mientras pensaba en mí México qué herido y que no es cierto eso de que amor con amor se paga... ¡mientras no sea falso!

Jesushuerta3000@hotmail.com