" San Agustín de Hipona"

Padre y doctor de la Iglesia, uno de los más influyentes del cristianismo occidental

 San Agustín de Hipona

Nombre completo: Aurelio Agustín.

Nacimiento: 13 de noviembre del año 354 en Tagaste (actual Souk Ahras, Argelia).

Muerte: 28 de agosto del 430 en Hipona (actual Annaba, Argelia).

Padres: Patricio (pagano, luego convertido al cristianismo) y Santa Mónica (cristiana fervorosa).

Conversión: Año 387, bautizado por San Ambrosio en Milán.

Obispo: Fue obispo de Hipona desde el 395 hasta su muerte.

Fiesta litúrgica: 28 de agosto.

Título en la Iglesia: Padre y doctor de la Iglesia, uno de los más influyentes del cristianismo occidental.

OBRAS PRINCIPALES

Confesiones: autobiografía espiritual donde narra su búsqueda de Dios.

La Ciudad de Dios: reflexión sobre la historia, la política y el Reino de Dios.

De Trinitate: tratado teológico sobre el misterio de la Trinidad.

Numerosos sermones, cartas y escritos contra herejías (como el maniqueísmo, donatismo y pelagianismo).

APORTES Y VIDA

Desarrollo de la teología de la gracia. Influencia en la antropología cristiana: el hombre como peregrino hacia Dios. Profundización en la relación entre fe y razón.

Su espiritualidad marcó a grandes santos (como Santo Tomás de Aquino, San Ignacio de Loyola y Santa Teresa de Ávila).

Su Frase célebre es «Nos hiciste, Señor, para Ti, y nuestro corazón está inquieto hasta que descanse en Ti» (Confesiones, I, 1).

La vida completa de san Agustín fue de 75 años, una vida larga para el siglo quinto, su conversión fue un proceso de un año, de escuchar una gran predica de san Ambrosio en Milán teniendo 30 años y al año siguiente, se marca su conversión decisiva tras leer a San Pablo (Romanos 13,13-14). Bautizado a los 32 por san Ambrosio en la Vigilia Pascual, junto a su hijo Adeodato; hijo que de manera ilegítima tuvo, que muere 3 años después de su bautismo, a la edad de 17 años.

De la madre de este hijo no se sabe el nombre, lo que sabemos con certeza es que San Agustín la menciona en las Confesiones (VI, 15, 25) cuando cuenta la separación en Milán, pero después de eso nunca vuelve a hablar de ella.

Lo más probable es que sí murió antes que Agustín (muerto en 430), porque si hubiera vivido más tiempo y mantenido contacto con él, es difícil imaginar que el obispo de Hipona no lo mencionara en ningún escrito.

Algunos estudiosos piensan que pudo haber muerto joven, quizá antes de que Adeodato muriera hacia 390.

Otros creen que vivió retirada en África, en discreción, fiel a la promesa de no unirse a otro hombre, y que murió sin que quedara memoria pública de ella.

Agustín guardó un gran respeto y silencio sobre ella. El silencio mismo puede ser una forma de custodia de su memoria, protegiéndola de la mirada pública.

Sería un equivalente de un hombre cuarentón, de nuestra época, cuando tuvo su conversión, después de tantas experiencias mundanas y encontrarse no con la teoría de Dios, sino un encuentro con la persona divina, experiencia existencialista que cambia la vida.

EXPERIENCIA DE ENCUENTRO CON DIOS Y PRINCIPIO DE SABIDURÍA

Una experiencia existencialista del encuentro con Dios puede describirse como, una inquietud que nace del vacío y la angustia; el descubrimiento de que el hombre no se basta a sí mismo; reconocer el Misterio como un Tú y la vida adquiere sentido en la relación con Dios.

La fe no es una conclusión intelectual, no es sólo una filosofía de vida, ni pretende encontrar argumentos de la existencia de Dios. Tenemos que purificar las ideas de Dios, con la certeza del encuentro personal con Jesús, que llena los vacíos, que rompe con la autosuficiencia, que da sentido de trascendencia que supera los pensamientos, las ideas, sino la certeza de que Jesús Dios, está vivo, junto a mí, en ese significado auténtico de la "sabiduría".

San Agustín maneja esta idea: la verdadera sabiduría no es sólo tener nociones de Dios, sino gustar a Dios en el corazón. Él mismo escribe que conocer sin amar es insuficiente.

DOS DIMENSIONES DE LA SABIDURÍA

1. Saber (intelectual, racional)

La sabiduría implica conocimiento profundo, no superficial. No es sólo acumular datos, sino discernir qué es lo verdadero y lo bueno. En la Biblia: "El temor del Señor es el principio de la sabiduría" (Proverbios 1,7). Aquí "saber" es conocer a Dios en su verdad.

2. Sabor (existencial, vital)

La verdadera sabiduría no se queda en la mente: se saborea, se experimenta en la vida. Santo Tomás de Aquino lo decía así: "Sapiens est gustator", el sabio es un degustador. San Buenaventura también distinguía entre la ciencia que enseña y la sabiduría que da gusto de las cosas divinas. Santa Teresa de Ávila lo viviría como "gustar de Dios": no sólo entenderlo, sino paladear su presencia.

"TARDE TE AMÉ" CONFESIONES (LIBRO X, CAPÍTULO 27)

Profundicemos y meditemos, leyendo y releyendo esta bella oración-meditación de San Agustín, su lamento de "Tarde te Amé".

No es un poema en sentido estricto, sino que pertenece a un texto en prosa dentro de una obra espiritual y autobiográfica. Sin embargo, por su lenguaje lírico, su estructura cargada de imágenes poéticas y la intensidad afectiva, muchos la consideran una especie de himno de amor u oración poética a Dios.

Es prosa poética, no está escrita con métrica ni rima, pero sí con belleza literaria. Espiritualmente, es una oración de alabanza y amor a Dios. Teológicamente, es una confesión del encuentro personal con Dios, después de una vida de búsquedas.

Te invito a que la medites, para aprovechar esta reflexión, oración, lamentación y descubrimiento tan profundo.

"¡Tarde te amé, hermosura tan antigua y tan nueva, tarde te amé! y tú estabas dentro de mí y yo afuera, y así por de fuera te buscaba; y, deforme como era, me lanzaba sobre estas cosas que tú creaste".

"Tú estabas conmigo, pero yo no estaba contigo. Reteníanme lejos de ti aquellas cosas que, si no estuviesen en ti, no existirían".

"Me llamaste y clamaste, y quebraste mi sortera; brillaste y resplandeciste, y curaste mi ceguera; exhalaste tu perfume, y lo aspiraré, y ahora te anhelo; gusté de ti, y ahora siento hambre y sed de ti; me tocaste, y deseo con ansia la paz que procede de ti."

saulportillo@hotmail.com