En el Municipio de Cajeme se ha estado detectando entre los adictos una nueva modalidad de consumo de drogas, y es que ahora, la sustancia más común por su disponibilidad y precio como es el “crystal”, la están consumiendo en combinación con fentanilo, con lo que se hace más adictiva y a la vez dañina para el organismo, advirtió Daniel Joel Araiza Astorga.
El director general del Centro de Integración para Drogadictos y Alcohólicos (CIDA) A.C. mencionó que, si ya de por sí el “cristal” es peligroso por sus efectos, la nueva combinación provoca que el adicto se vuelva más violento, ya que “lo acelera” aún más.
Este tipo de droga hace que la persona se enganche, generalmente, desde el primer consumo, dado que la sensación que les produce es de bienestar y creer que lo pueden todo; “quienes lo consumen se sienten muy fregones” y dejan de comer, de beber agua y otros satisfactores naturales, por lo que a la vez se les van dañando órganos como sus pulmones, riñones y el hígado, siendo sus secuelas graves dependiendo del tiempo y frecuencia de consumo, dijo Araiza Astorga.
En cuanto a la forma de uso, mencionó que este producto lo consumen en un foco, como se utiliza normalmente el “crystal”, pero en ocasiones lo muelen más y lo inhalan yendo directamente a los pulmones, incrementando su daño al organismo, ya que contiene ácido entre otros componentes.
En muchos casos el daño es irreversible, pues el paciente “se queda arriba”; en algunos sí es posible recuperarlos, pero quedan con cierto grado de daño cerebral, donde la ansiedad es uno de los síntomas comunes, por lo que requieren de tratamiento con medicamentos siquiátricos para hacer una vida cercana a la normalidad, lamentó el director del centro de atención a las adicciones.
Son muy pocos los adictos que realmente se recuperan al 100 por ciento y no requieren de medicamentos para vencer su enfermedad, siendo apenas el uno por ciento quizá, expresó el entrevistado.
Actualmente, hay más adictos fuera que dentro de los centros de rehabilitación, porque en ocasiones los familiares los dejan sin atención al creer que no podrán recuperarse, y algunos terminan suicidándose por la ansiedad que les produce la necesidad sicológica de no tener la sustancia, agregó.