Educado para gobernar con justicia, se convirtió en un mártir venerado y en el eterno patrón de las tierras checas
Por: Iván Fraijo
San Wenceslao no era un soberano cualquiera. Nacido alrededor del año 907, este príncipe heredero de Bohemia recibió de su abuela, Santa Ludmila, una educación profundamente cristiana que marcaría su vida y su reinado. Desde joven, comprendió que su misión iba más allá de la política y la conquista; se trataba de servir a su pueblo con una base de fe inquebrantable.
Su camino al trono estuvo plagado de oscuridad. Tras la muerte de su padre en batalla, su madre, Drahomira, asumió el poder bajo la influencia de nobles paganos, instaurando un periodo de caos y persecución contra los cristianos. Santa Ludmila, viendo el peligro, alentó a su nieto a reclamar su lugar, un acto de valentía que le costaría la vida, asesinada por aquellos que veían en la fe una amenaza. Sin embargo, el pueblo, cansado del desgobierno, se alzó y proclamó a Wenceslao como su legítimo rey.
GOBERNÓ JUSTAMENTE
Una vez en el trono, Wenceslao mostró un estilo de gobierno extraordinario para su época. Gobernó con una combinación única de firmeza y misericordia. Impuso castigos severos para crímenes como el asesinato y la esclavitud, restaurando el orden social, pero siempre lo hizo guiado por una justicia compasiva. Era conocido por anteponer sus deberes religiosos a cualquier compromiso de estado, incluso si eso significaba llegar tarde a una reunión con el mismísimo Emperador. Muchos lo veían descalzo, mezclado con el pueblo en las procesiones, practicando una humildad que desafiaba su rango.
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La tragedia, sin embargo, acechaba en su propia familia. Su hermano menor, Boleslao, consumido por la envidia y la ambición de poder, urdió una traición. Lo invitó a celebrar las festividades de su santo patrono y, a la mañana siguiente, el 28 de septiembre del 935, lo esperó con sus sicarios. Wenceslao, al darse cuenta de que su asesino era su propio hermano, bajó su espada, pronunciando unas palabras que quedarían para la historia: "Podría matarte, pero la mano de un siervo de Dios no debe mancharse con el fratricidio". Fue entonces cuando los cómplices de Boleslao acabaron con su vida.
MARCÓ SU LEGADO
De acuerdo con Santopedia, la muerte de Wenceslao no silenció su legado; lo magnificó. Inmediatamente, el pueblo lo proclamó mártir y su tumba en la Iglesia de San Vito se convirtió en un centro de peregrinación, donde se reportaron numerosos prodigios. Aunque su canonización es anterior a los registros formales modernos, su culto fue aprobado oficialmente por la Iglesia, siendo el primer santo de los pueblos eslavos. Hoy, San Wenceslao no solo es el patrón de Bohemia, sino de toda Checoslovaquia, un símbolo eterno de la nación.
Según Catholic.net, su hermano Boleslao, quien lo sucedió en el trono, terminó comprendiendo demasiado tarde la sabiduría de la política de alianzas y fe de Wenceslao, siguiendo, irónicamente, el mismo camino que había criticado. La historia recuerda a Wenceslao no como un rey renunciatario, sino como un ejemplo de cómo gobernar con el corazón puesto en un reino superior.
ORACIÓN FINAL
Dios nuestro,
que impulsaste al santo mártir Wenceslao
a anteponer el reino de los cielos a un reino terrenal,
concédenos, por su intercesión,
que tengamos valor para dejar lo que nos impida unirnos a ti de todo corazón.
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.
Amén.
SANTOS QUE CELEBRAN SU DÍA HOY:
- San Lorenzo Ruiz y compañeros
- San Anemundo de Lyon
- Beata Amalia Abad Casasempere
- San Exuperio de Toulouse
- San Fausto de Riez
- Beato Francisco Javier Ponsa Casallarch
- Santa Leoba de Maguncia
- San Zama de Bolonia
- Santa Eustoquio de Belén
- Beato José Tarrats Comaposada
- Beato Nicetas Budka
- San Salonio de Ginebra
- San Simón de Rojas