Un tratamiento estético volvió a estar en el centro de la conversación digital tras generar opiniones divididas
Por: Fernanda Rodríguez
Cada vez más jóvenes recurren a la medicina estética a edades tempranas. Procedimientos que antes eran comunes a partir de los 35 años hoy forman parte de la rutina de personas en sus veintes por seguir una tendencia, impulsados por redes sociales, estándares de belleza digitales y una cultura enfocada en la imagen. Entre estos tratamientos, los rellenos faciales con ácido hialurónico y el bótox se han vuelto los más solicitados, aunque su uso excesivo ha abierto el debate sobre el llamado efecto pillow face.
De acuerdo con datos de la Sociedad Española de Medicina Estética, este grupo de edad es el que más está creciendo dentro del sector. Especialistas coinciden en que, bien aplicados, estos tratamientos no son negativos, pero advierten sobre los riesgos de caer en excesos que pueden alterar las facciones de forma permanente.
La sobreexposición en redes sociales ha cambiado la relación de las nuevas generaciones con su imagen. El cuidado personal, la prevención del envejecimiento y la búsqueda de ciertos rasgos faciales han llevado a muchos jóvenes a iniciar tratamientos estéticos antes de que aparezcan signos visibles de la edad.
El objetivo no suele ser corregir arrugas profundas, sino prevenirlas. La idea es mantener la estructura del rostro y retrasar cambios asociados al paso del tiempo. Cuando se hace de manera responsable y progresiva, el resultado puede ser natural y discreto.
El problema aparece cuando los rellenos se aplican sin un diagnóstico adecuado, en cantidades excesivas o sin respetar los tiempos entre sesiones, lo que puede provocar resultados poco armoniosos.
QUÉ ES EL EFECTO PILLOW FACE Y POR QUÉ OCURRE
También conocida como síndrome de sobrellenado facial, se manifiesta como un rostro hinchado y desproporcionado, especialmente en mejillas y pómulos. Este efecto ocurre cuando se inyectan demasiados rellenos o cuando no se colocan en las zonas correctas.
Especialistas señalan que los rellenos están diseñados para aportar soporte y estructura al rostro, no para inflarlo. La desproporción puede deberse a una mala técnica, a la acumulación de producto con el paso del tiempo o incluso a una predisposición genética que hace que algunas personas retengan más volumen.
En años anteriores, se buscaban resultados más marcados, con grandes cantidades de relleno por sesión. Hoy, muchos de esos rostros muestran las consecuencias de esa práctica, lo que ha llevado a replantear los protocolos actuales.
CÓMO PREVENIR Y CORREGIR ESTE PROBLEMA
La clave para evitar el efecto pillow face está en la prevención y en la elección de un profesional capacitado. Los expertos recomiendan usar materiales reabsorbibles, aplicar pequeñas cantidades y respetar los tiempos de integración del producto en el rostro.
También subrayan la importancia de entender que más relleno no significa mejores resultados. De hecho, un exceso puede dañar la elasticidad de la piel y provocar un aspecto artificial.
En los casos donde el ácido hialurónico ha causado una deformación visible, existe la opción de utilizar hialuronidasa para disolver el producto. Sin embargo, cuando se emplean otros tipos de rellenos, no hay una solución inmediata y solo queda esperar a que el cuerpo los reabsorba con el tiempo.
La tendencia actual apunta a resultados más naturales y personalizados, donde el objetivo no es transformar el rostro, sino mantenerlo. La medicina estética, coinciden los especialistas, debe ser una herramienta de cuidado, no una obsesión.