Ixchel Anaya se convirtió en madre a los 22 años y emprendió su empresa de pañales reutilizables. Los desafíos que atravesó durante el tiempo de crianza de su bebé, los convirtió en una oportunidad de negocio.
Por: Redacción
Su vida como estudiante de diseño de interiores se vio interrumpida por su embarazo, pero ella supo sobreponerse, ya que en la actualidad su empresa factura más de 1.5 millones de dólares al año.
Durante su búsqueda en internet sobre consejos de maternidad se encontró con la sorpresa de que gastaría miles de dólares en pañales desechables. Asimismo, se percató que estos también representan una contaminación para el planeta por cientos de años.
La joven al encontrarse con este panorama recurrió a los pañales de tela para cuidar su presupuesto y no afectar el medio ambiente. Aunque, en una ocasión decidió colocarle a su bebé pañales desechables biodegradables, debido a que estaría fuera de casa por varias horas.
Estos pañales le causaron una irritación a la piel de su bebé y tiempo después se enteró de que su hijo padecía de dermatitis atópica. De manera que, no podía utilizar pañales desechables.
Anaya solo utilizaba pañales de tela que no le causaban irritación al bebé y que son amigables con el medio ambiente, ya que se pueden lavar y reutilizar. A pesar de que estos representaban una buena opción, la joven apostó por la creación de su propia empresa.
Ella y su abuela se dedicaron a elaborar unos pañales más prácticos y cómodos, así que los recortaron y le dieron forma. Seguidamente le añadieron un broche y le colocaron resortes en el área de las piernas. El resultado final fue satisfactorio, porque podía estar segura de que su bebé no sufriría de irritaciones y el pañal estaría fijo en su posición.
Anaya conforme fue compartiendo con otras madres, les comentaba sobre su experiencia en la creación del pañal de su bebé que le representaba comodidad. Fue así como muchas madres le solicitaron que les fabricara un pañal idéntico.
Luego de elaborar varios pedidos, vio la oportunidad de ofrecer su producto al mercado. Ella se dedicó a establecer su propia marca a la que denominó junto a su esposo “Ecopipo”, fundamentada en la idea de cómodo, ecológico y práctico.
Otra de las ventajas de estos pañales es que no representan un gasto significativo para las madres y finalmente reducen el impacto ambiental generado por el uso de los desechables.
Asimismo, se dedicó a fabricar pañales que estuvieran a la moda y se esforzó por crear diseños únicos y llamativos. Al principio solo alcanzó a vender 30 unidades mensuales, pero con el pasar del tiempo llegó a las 300 unidades por mes.
El negocio creció exponencialmente y logró la internacionalización con ventas que alcanzan los ocho mil pañales mensuales, porque estos son demandados en más de siete países. Su negocio se expandió tanto que tuvo que conseguir financiación y socios para ajustar su empresa al mercado internacional.