La tarde del miércoles 2 de julio, una impresionante columna de humo negro se alzó al norte de Ciudad Obregón, Sonora, tras el impacto entre un tren de carga y una pipa, en las inmediaciones de las instalaciones de Pemex, sobre la Carretera Internacional.
El siniestro ocurrió alrededor de las 4:23 de la tarde, justo cuando el ferrocarril avanzaba de sur a norte y, al llegar al entronque con la entrada de Pemex, colisionó con la unidad pesada, generando una explosión inmediata que movilizó a los cuerpos de emergencia.
Más de 20 unidades, incluyendo Bomberos, Protección Civil, Cruz Roja y Seguridad Pública, acudieron al sitio, donde la circulación fue cerrada en ambos sentidos como medida preventiva.
Aunque el accidente generó alarma entre la población, afortunadamente no se registraron lesionados ni una explosión secundaria de mayor magnitud. Las autoridades mantienen hermetismo respecto a los detalles del incidente.
Este nuevo accidente ferroviario, aunque sin víctimas, trae inevitablemente a la memoria el episodio más trágico en la historia de los trenes en Sonora: el llamado "trenazo" de Empalme, ocurrido el 19 de febrero de 1983.
"TRENAZO" DE EMPALME

Aquel sábado fatídico, el tren de pasajeros número 4, conocido como "El Burro", con destino al sur del estado, fue embestido por un tren de carga a tan solo dos kilómetros de llegar a Estación Moreno, tras una curva.
El choque fue brutal. La falta de señalizaciones por parte del garrotero, que debió alertar sobre la detención del tren, se presume como una de las causas de la tragedia.
Hasta hoy, no existe un conteo oficial de víctimas, pero se estima que entre 300 y 400 personas perdieron la vida. El impacto dejó una escena dantesca: cuerpos calcinados, gritos de auxilio, y familias enteras devastadas. Muchos cuerpos fueron irreconocibles; otros, identificados solo por anillos o hebillas.

En memoria de aquel desastre, se levantó una capilla en Estación Moreno. Cada año, ese lugar recuerda que los errores en los sistemas ferroviarios no solo cuestan dinero, sino vidas.

El reciente choque en Ciudad Obregón sirve como un recordatorio de lo frágil que puede ser la seguridad ferroviaria si no se mantienen medidas estrictas de prevención y control. La historia ya dejó una lección muy dolorosa. Que no se repita.