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Segundo alcalde en la historia de Cajeme


Por: Alejandro Mungarro Daniels (Historiador)

Por: Alejandro Mungarro Daniels (Historiador)


Existen muchos acontecimientos en la historia que por algunas razones, a veces desconocidas y en otras por negligencia de las mismas autoridades, pasan desapercibidas o también por no darles la debida importancia.

Tal es el caso de lo acontecido en Cajeme el 17 de septiembre de 1928, consistente en el cambio de poderes municipales del primer alcalde del Municipio, Ignacio Ruiz Armenta, quien terminaba su periodo y el entrante era Joaquín Ybarra.

El pueblo de Cajeme Río Yaqui recientemente se había constituido como Municipio y el primer Ayuntamiento se había asentado el 1 de enero de 1928.

Pese a que, para la constitución del Ayuntamiento de Cajeme, tuvo fuerte influencia el general Álvaro Obregón, se tiene la idea que de no haber estado bien planeado, por principio de cuentas el nuevo Ayuntamiento no contaba con un edificio propio y apropiado, además carecía del mobiliario necesario para ejercer sus funciones. Las oficinas del Ayuntamiento, hasta ubicarse en el lugar que hoy ocupa, estuvieron en cuatro lugares diferentes, en todas ellas en inmuebles rentados.

En ese tiempo, la permanencia del alcalde solo era por un año, así es que el 16 de septiembre de 1928, Ruiz Armenta presenta su informe por el tiempo de su Gobierno y toma posesión como segundo alcalde en la historia de Cajeme, el primer regidor, Joaquín Ybarra.

Ibarra fue investido como alcalde de acuerdo a la Constitución Política del estado de Sonora y la de los Estados Unidos Mexicanos.

Sin embargo, al siguiente día, 17 de septiembre, en sesión ordinaria de Cabildo presenta renuncia formal a la alcaldía, aduciendo para ello motivos personales, tomando él mismo la protesta como nuevo alcalde al segundo regidor, Ignacio Mondaca.

Dados estos acontecimientos, el Ayuntamiento de Cajeme, Río Yaqui, en un término de 24 horas tuvo tres alcaldes y en el periodo completo, que fue de 21 meses fungieron cuatro, todos ellos por decreto.

Este suceso quedó marcado para la historia en el acta de Cabildo número 36, pero a la vez también ahí quedó olvidado, dado que a lo largo de nueve décadas, nadie de los que han escrito sobre la historia de Cajeme, repararon en este acontecimiento, por lo tanto no fue plasmado en sus textos. Prueba de ello, es la instalación de una galería histórica que se llevó a cabo en el periodo del general Miguel Guerrero Verduzco, donde se instalaron las fotografías de cada uno de los presidentes municipales, además de una monografía de cada una de ellos, omitiéndose la de Joaquín Ybarra.

Acerca de la renuncia de Ybarra a la alcaldía, el dato oficial motivo de su renuncia, es solo el de “dedicarse a actividades particulares”. Entre los miembros del Cabildo, él era el de mayor preparación, tal vez, con excepción de ingeniero Eduardo Gaxiola, hombre de confianza del general Obregón.

Después de su renuncia a la alcaldía, vuelve a formar parte del cuerpo de regidores, puesto al que también renunció poco después; se cree, por diferencias políticas cuando se gesta la rebelión Escobarista, durante la cual prácticamente el Gobierno del Estado obligó al Cabildo de Cajeme a adherirse al movimiento rebelde.

El que esto escribe, en los trabajos de investigación para la elaboración de un libro, que Dios mediante se editará en los próximos días, en el cual se ven algunos detalles de cada uno de los gobernantes municipales, encontré este pasaje que se había pasado por alto en la historia de la vida política de Cajeme, que los historiadores locales no le dieron importancia.

Dado esto, como ciudadano, solicité a finales del pasado año al Cabildo de Cajeme, se reconociera a Joaquín Ybarra como alcalde y después de someterse a exhaustiva investigación por la Comisión de Gobernación y aprobada por ese cuerpo colegiado, en sesión de Cabildo celebrado en enero del presente año, se le consideró como el segundo alcalde en la historia del Municipio de Cajeme.

Su foto fue incluida en el salón de regidores, con lo cual se le da el lugar que le corresponde en la historia de Cajeme, considerando también que fue uno de los pioneros de este pueblo.

De ahí, una a contribución para que sirva al acervo cultural de quienes escribían historia, tanto política como social, de Cajeme.