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Odio el reggaetón


Mi onda es el amor y paz, pero hay cosas y personas que me hacen perder la razón y me incitan al odio sin poderme contener, y una de esas cosas es el mentado reggaetón… ¡lo odio! Y no, no siento vergüenza por detestarlo de todo corazón, porque los que lo hacen y lo difunden tampoco sienten vergüenza por hacerlo, cuando deberían.

Mi onda es el amor y paz, pero hay cosas y personas que me hacen perder la razón y me incitan al odio sin poderme contener, y una de esas cosas es el mentado reggaetón… ¡lo odio! Y no, no siento vergüenza por detestarlo de todo corazón, porque los que lo hacen y lo difunden tampoco sienten vergüenza por hacerlo, cuando deberían.

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El reguetón tiene una cierta influencia del reggae jamaiquino, aunque el reggae jamaiquino en verdad tiene una mayor calidad musical y, por lo general, trata temas de interés político y social. El término viene del acortamiento de las palabras reggae y maratón, y se dice que fue acuñado en 1992 por el cantante puertorriqueño que se hace llamar Daddy Yankee.

Este género contiene también elementos del hip hop estadounidense y la música discotequera, y hasta el momento este estilo se hecho muy popular en Latinoamérica… ¿por qué?  Porque nos gusta mucho la fiesta, pero, principalmente, por nuestro bajo nivel cultural. El reggaetón no hace más que promover la lujuria, la promiscuidad y la disipación sin freno de la manera más burda. No es que me asuste, ya lo he visto y vivido todo, pero su ritmo tan primitivo hace que hasta los niños lo escuchen, lo bailen y lo canten como sin nada. Tal parece como si el mismo demonio se le hubiera ocurrido encontrar una forma de corromper a la juventud y utiliza este estilo “musical” como medio. Y, para rematarla, todos los que lo cantan lo hacen de una manera que parecen retrasados mentales en celo. Para ellos no existe otra cosa que el vicio y la lujuria, y fomentan el sexo entre gente que por su bajo nivel intelectual es la que menos debería reproducirse.

El reggaetón es un bodrio que se escucha en todas partes, incluso en las escuelas y kermeses de las iglesias, porque este género tiene la característica de lograrse colar como las mismas moscas o el olor a drenaje por más que lo trates de evitar.

Cuando la música electrónica se adueñó del cuadrante y de las reuniones sociales nunca pensé que pudiera surgir algo de peor mal gusto y ¡que surge el reggaetón! Con su ritmo eróticamente animalesco que aunque lo odies, como yo, te mueve a bailar, pero nomás comienzan a cantar sobre sexo desenfrenado y falsos amores con su vocecita de retrasados mentales drogados me hacen huir del lugar, más si emocionados los invitados comienzan a “perrear”, como le llaman ellos a sus libidinosos movimientos que imitan a los perros copulando, de ahí su nombre.

Lo odio porque odio la decadencia humana y el mal gusto.