
Con una curiosidad infinita y con un cerebro que absorbe como una esponja todo lo que vive, así es un niño, un pequeño ser humano a quien le encanta interactuar y descubrir su mundo, por lo que está en constante movimiento.
Sin embargo, en la actualidad se vive un fenómeno es definido como "niñofobia" y en el que un infante ruidoso, inquieto, alegre y revoltoso no tiene cabida.
En tiempos recientes se ha visto que se ofertan servicios de hospedería, de restaurantes y fiestas "libres de niños", y, lo extraordinario es que es algo que está creciendo, por lo que en estos sitios no se verán pequeños pululando de aquí para allá.
La idea de esto es que se brinde un ambiente de paz, movimiento que ha tenido fuerte aceptación en Estados Unidos y Reino Unido, lo que lleva a una reflexión a fondo.
Tal parece que a los adultos se les ha olvidado qué es la infancia y de nota una nula empatía a conectar con estos pequeños torbellinos de energía.
RUIDO EN ESPACIOS ABIERTOS
La cantante canadiense Sarah Blackwood vivió el año pasado algo que tuvo que denunciar.
Señala que en un viaje en avión de San Francisco a Vancouver cuando estaba embarazada y acompañada por su nuño de casi 2 años de edad. Antes del despegue, el pequeño empezó a llorar y al poco los viajeros la miraban con molestia y críticas hacia su desempeño como madre.
Rápidamente la azafata acudió y le dijo que debía tranquilizar al pequeño, pues molestaba al pasaje o que la bajarían del vuelo. Ella se quedó sin aliento. El llanto del niñito solo duró unos minutos y se durmió hasta llegar a su destino.
El asunto desató la "niñofobia", pues los pasajeros asumieron que el llanto del niño era producto una mala crianza.
Lo mismo ocurre cuando en distintas situaciones, como al ir al super, al cine, entre otros espacios públicos, pero tal parece que a todos se les ha olvidado que la niñez no conoce de reglas, hasta que se les educa en ellas.
Profesionales de la salud mental y reconocidos educadores señalan que la censura social a los padres por el comportamiento de un pequeño es algo común, pues resulta en un criterio erróneo, pues no deben pasar por alto que cada infante tiene su propia personalidad y forma de interacción con el entorno; en el caso de los bebés, el llanto es su medio natural de comunicación que la madre entiende.
Comprendiendo esto, refieren, se debe ser más empáticos con los padres en casos como estos, pues pese a todo, los papás intentan comprender a sus hijos y tratan de calmarles.
Pero no nada más la "niñofobia" tiene repercusiones en los pequeños, pues con ella los padres también se ven rechazados.
Por ello, no hay que olvidar que un niño que grita, llora o corre es que intenta llamar la atención y no debe ser motivo de censura de los padres.