Un negocio dulce

Por: Mireya Delgado

Madre de familia, ama de casa y esposa, la fundadora de esta empresa buscó las formas de conseguir todos los materiales necesarios para practicar la repostería y satisfacer las necesidades personales, sin saber que esta sería, hoy por hoy, parte del sustento de su familia.

"El propósito fueron necesidades personales, por mi hijo que necesita una alimentación especial y no haba mucho aquí, tiendas orgánicas iniciaban algunas, pero vendían muy pocas cosas", afirmó.

Al darse cuenta que sus postres gustaban a las personas y ya había interesados en adquirirlos, Karla se abrió paso a la preparación y decidió tomar cursos de repostería saludable con un reconocido chef originario de Guadalajara, y el resto fueron cursos en línea.

Con su experiencia, Karla explica que la pastelería saludable es muy diferente a la tradicional, principalmente por los ingredientes y la manera en la que se trabajan las harinas. "Es más artesanal, natural, sin químicos".

Explicó que dentro de este tipo de pastelería se encuentran la vegana, la sin gluten, la keto o cetogénica, la de diabéticos, sin lactosa, entre otras más, esto dependiendo de la necesidad del cliente.

"La realidad, es que sí es una pastelería cara para un nicho de mercado muy específico, obviamente no todo el mundo está dispuesto a pagar, solamente el que tiene una necesidad muy específica de alimentación o que viva de forma saludable, ya que sabe el costo de los productos", señaló.

Y es que el precio de los insumos que utiliza se elevan de forma exponencial. Por citar un ejemplo, un kilo de azúcar estándar cuesta 20 pesos y un kilo de sustituto especial para pastelería saludable te cuesta alrededor 400 pesos, sin contar que son materiales que solo se encuentran en Guadalajara, Querétaro, Monterrey y Ciudad de México.

El público de Ciudad Obregón ha recibido de la mejor manera estos productos, indicó, y a la vez se ha ido ampliando el mercado, porque actualmente la gente ya tiene más

cultura y las nuevas generaciones, sobre todo la millennial, está más sensibilizada a ese tipo de alimentación.

"Hace tres años si había clientes, pero no tantos como los hay ahora", asumió.

En ese sentido, el adelanto tecnológico y las redes sociales han jugado un papel esencial en la expansión de esta nueva filosofía de alimentación.

"Sobre todo ahorita Instagram, es la red número uno para publicitar, pero en mi caso la mejor publicidad es la de boca en boca, de nuestros propios clientes", consideró.

Son sus principales consumidores quienes recomiendan sus donas, brownies, pingüinos y muffins. Además, los pasteles y barras de pan están dentro de su repertorio de productos.

Aunque en sus inicios se acercó a diversos programas de apoyo para emprendedores, la burocracia gubernamental la detuvo. "La verdad es muy engorroso, tienes que llenar mil documentos y esperar como 8 meses para que te llegue el apoyo, soy ama de casa, tengo hijos chicos, no tenía el tiempo suficiente para eso".

Por ello, con sus propios recursos y el apoyo de amigos, poco a poco adquirió el equipo necesario para montar su propio lugar de trabajo en su domicilio.

Por lo pronto, elabora sus productos en casa y cubre decenas de pedidos. Además, ya ha empezado a distribuir sus productos en tiendas orgánicas y en cafeterías de la ciudad.

"En básicamente dos tiendas y en un café que se llama Marías Cafés, se me ha solicitado porque va gente mayor que pide apto para diabéticos".

Con la experiencia de más de 3 años, Karla López afirma que le seguirá apostando a este segmento, que cada día tiene más posibilidades. "Es un negocio rentable, un mercado que no había sido atendido en Obregón. Hay mucha gente que dice por fin alguien que hace algo que me pueda comer y no me haga daño".

Y como la demanda crece, la oferta también, pues reconoce que el año pasado a la fecha, se ha estado manifestando un crecimiento importante con la aparición de nuevas marcas. "Sí hay competencia, no soy la única, este año crecieron unas nuevas marcas, pero el sol sale para todos".