Hoy, en miles de parroquias y comunidades del mundo, especialmente entre los fieles salesianos, se celebra esta fecha con especial gratitud y fervor
Por: Ofelia Fierros
Cada 24 de mayo, el santoral de la Iglesia Católica conmemora a María Auxiliadora, una de las advocaciones más queridas de la Virgen María, venerada como protectora, guía y madre del pueblo cristiano.
La devoción a María Auxiliadora, o Maria Auxilium Christianorum en latín, tiene raíces profundas en la historia del cristianismo. Aunque la festividad fue oficialmente instituida en 1814 por el Papa Pío VII, su origen se remonta a los primeros siglos de la Iglesia, cuando los fieles ya invocaban a la Virgen como "auxiliadora" en momentos de dificultad.
Uno de los grandes impulsores de esta advocación fue San Juan Bosco (1815-1888), fundador de la familia salesiana, quien aseguraba que "en el cielo nos quedaremos gratamente sorprendidos al conocer todo lo que María Auxiliadora ha hecho por nosotros en la tierra".
Don Bosco dedicó su vida a difundir esta devoción entre los jóvenes y fundó la Basílica de María Auxiliadora en Turín, así como el Instituto de las Hijas de María Auxiliadora, una congregación religiosa dedicada a la educación y formación cristiana.
La figura de María como Auxilio de los cristianos fue también reconocida oficialmente por la Iglesia tras la victoria cristiana en la batalla de Lepanto en 1571, cuando el Papa San Pío V incluyó esta invocación en las letanías marianas.
Años más tarde, tras su liberación del cautiverio impuesto por Napoleón, el Papa Pío VII atribuyó su regreso a Roma a la intercesión de la Virgen, y decretó que cada 24 de mayo se celebrara su fiesta.
Grandes santos de la antigüedad como San Juan Crisóstomo y San Juan Damasceno también exaltaron a María como protectora de los fieles. Damasceno popularizó una jaculatoria que todavía se reza con fervor: "María Auxiliadora, ruega por nosotros".
Hoy, en miles de parroquias y comunidades del mundo, especialmente entre los fieles salesianos, se celebra esta fecha con especial gratitud y fervor, recordando que María es una madre que nunca abandona a sus hijos.
Como decía Don Bosco: "Confiad siempre en Jesús Sacramentado y María Auxiliadora y veréis lo que son milagros".