La Iglesia honra a esta joven mártir, reconocida por su firme fe y por interceder por quienes sufren convulsiones y dolores intensos
Por: Ofelia Fierros
Cada 2 de diciembre, el santoral de la Iglesia Católica conmemora a Santa Bibiana, también conocida como Viviana, una joven mártir del siglo IV que se convirtió en símbolo de fortaleza ante el sufrimiento físico y espiritual. Su nombre permanece vivo en la tradición cristiana por su cercanía con quienes padecen epilepsia, convulsiones y dolores severos, especialmente los de cabeza.
La figura de Santa Bibiana surgió en un tiempo convulso para los cristianos. Durante el breve gobierno del emperador Juliano II, llamado "el Apóstata", la comunidad cristiana sufrió un duro retroceso. Tras la apertura que representó el Edicto de Milán bajo Constantino, Juliano se propuso restaurar los antiguos cultos paganos y limitó severamente la práctica de la nueva fe. Aunque su persecución no alcanzó la brutalidad de épocas anteriores, sí generó un clima de hostilidad que afectó a muchas familias, incluida la de Bibiana.
Nacida alrededor del año 347, Bibiana creció en un hogar cristiano profundamente comprometido. Su padre, Flaviano, había sido prefecto de Roma y su madre, Dafrosa, procedía de la nobleza. Junto a su hermana Demetria, la joven vivió sus primeros años en un ambiente de fe y serenidad. La estabilidad terminó cuando Flaviano fue removido del cargo y reemplazado por Aproniano, un funcionario cercano al emperador y adverso al cristianismo.
Alejado de la vida pública, Flaviano dedicó sus días a ayudar a los perseguidos y dar sepultura digna a quienes morían por su fe. Este acto de caridad le costó la vida cuando Aproniano ordenó su ejecución. Tras su muerte, Dafrosa y sus dos hijas renunciaron a sus bienes, refugiándose en la clandestinidad y viviendo en oración, conscientes de que la persecución podría alcanzarlas en cualquier momento.
No pasó mucho tiempo para que fueran descubiertas. Aproniano exigió que renegaran de Cristo, pero ante su negativa, ordenó la decapitación de Dafrosa en enero del año 362. Poco después intentó doblegar a Bibiana y Demetria mediante el encierro y la privación de alimentos. Demetria falleció de hambre, pero Bibiana resistió, aferrada a su fe.
MARTIRIO Y LEGADO DE SANTA BIBIANA
Al ver que no lograba quebrarla, Aproniano recurrió a un método más cruel: entregó a la joven a una mujer dedicada a la prostitución, con la intención de forzarla a traicionar sus convicciones. Sin embargo, Bibiana se mantuvo firme. Desesperado, el prefecto ordenó que fuera atada a una columna y flagelada hasta morir, convirtiendo su sufrimiento en testimonio de fidelidad inquebrantable.
Tras su muerte, su cuerpo fue arrojado a los perros, aunque un grupo de cristianos logró recuperarlo y enterrarlo junto a sus padres y su hermana. Con el fin de las persecuciones, el lugar donde descansaban sus restos se transformó en sitio de oración. Décadas más tarde, el Papa Simplicio mandó construir una basílica en su honor sobre el monte Esquilino, donde sus reliquias continúan siendo veneradas.
Santa Bibiana permanece, hasta hoy, como un símbolo de esperanza para quienes enfrentan dolores intensos y enfermedades incapacitantes. Su vida, aunque poco documentada, inspira a millones por la fuerza con la que defendió su fe y por su cercanía con quienes sufren física o espiritualmente.