A pesar de que consumirlo puede hacer creer al cerebro que se generó una quemadura en la boca, sus efectos también satisfacen a muchos
Por: César Leyva
Comer chile puede provocar una serie de reacciones intensas como ardor en la boca, sudoración, lagrimeo e incluso dolor. Aun así, muchas personas lo agregan a las comidas, a pesar de las reacciones adversas que puede tener.
Pero, ¿por qué algo que causa dolor puede resultar agradable? La ciencia tiene una respuesta para ello y es que de acuerdo a investigaciones lideradas por la doctora Tamara Rosenbaum Emir, del Instituto de Fisiología Celular de la UNAM, han revelado que el misterio está en los canales iónicos, proteínas que actúan como puertas en la membrana de nuestras células.
En particular, uno de estos canales, el TRPV1, es el protagonista de esta experiencia sensorial.
¿QUÉ REACCIONES PROVOCA EL CHILE A NIVEL MOLECULAR?
El TRPV1 se activa al detectar temperaturas elevadas y sustancias irritantes como la capsaicina, el compuesto responsable del picor del chile.
Cuando este componente entra en contacto con nuestras neuronas sensoriales (específicamente en el nervio que participa en la masticación y percepción del dolor), se produce una señal que el cerebro interpreta como "quemadura". De ahí las reacciones físicas como el sudor o las lágrimas.
Lo interesante es que este estímulo doloroso genera una respuesta protectora del cerebro que es la liberación de endorfinas, sustancias químicas que funcionan como analgésicos naturales.
Estas endorfinas no solo mitigan el dolor, sino que también producen una sensación de placer o bienestar, similar a un "subidón" emocional. Es este efecto el que explica por qué muchas personas disfrutan y hasta buscan repetidamente el picante, a pesar del ardor inicial.
PUEDE SER LA CLAVE PARA NUEVAS TERAPIAS
Los estudios sobre el TRPV1 han sido tan reveladores que incluso llevaron al doctor David Julius a ganar el Premio Nobel en 2021, al demostrar en modelos animales cómo la capsaicina activa este canal para producir dolor.
Además, los hallazgos del equipo de la UNAM destacan que este receptor también está relacionado con enfermedades como la artritis o ciertos tipos de cáncer, abriendo la puerta a nuevas terapias.
El picante duele, pero también causa agrado. La ciencia nos muestra que esa mezcla de ardor y euforia tiene bases moleculares claras, y que nuestro gusto por el chile es, en parte, una búsqueda inconsciente de bienestar.