Sus pétalos anaranjados tiñen calles, altares y cementerios en toda la república durante los días previos al regreso de los trascendidos
Por: Redacción
En Xochimilco, al sur de la Ciudad de México, esta flor también conocida como caléndula mexicana, se ha cultivado por generaciones y es protagonista cada año en una de las tradiciones más queridas del país.
Las lluvias intensas, las sequías y otros efectos del cambio climático han afectado seriamente la producción, solo este año, algunos agricultores perdieron hasta la mitad de sus cosechas.
"Nos costó mucho trabajo sacar adelante las plantas porque no teníamos para los fertilizantes", cuenta Lucía. "A veces el cempasúchil nos deja sin nada".
LA FLOR DEL DÍA DE MUERTOS
El cempasúchil, símbolo del Día de Muertos, se considera un puente entre el mundo de los vivos y los muertos. Sus pétalos brillantes, según la tradición, iluminan el camino de las almas hacia los altares familiares.
En Xochimilco, los productores siembran las semillas en julio para tener las flores listas a finales de octubre. Sin embargo, las lluvias, plagas y enfermedades han complicado la temporada. Ortiz calcula que perdió cerca del 30 por ciento de su cosecha, mientras otros reportan pérdidas de hasta el 50%.
"Si me pongo a pensar en todo lo que he perdido, me desanimo", dice. "Pero tratamos de echarle ganas para que esto siga adelante".
¿CIENCIA O TRADICIÓN?
Muy cerca de los campos, científicos del banco de semillas Toxinachcal buscan soluciones para proteger la flor. Ahí conservan miles de variantes de plantas nativas, incluyendo 20 tipos de cempasúchil, con la esperanza de que sirvan para enfrentar los efectos del cambio climático.
La bióloga Clara Soto explica que muchos productores usan semillas híbridas importadas, más fáciles de vender, pero menos resistentes. Las variedades nativas mexicanas, en cambio, tienen una diversidad genética que las ayuda a adaptarse mejor a diferentes climas y plagas.
Si las condiciones extremas continúan, el banco de semillas planea apoyar a los agricultores con variantes más resistentes, cultivadas desde hace siglos en México.
"Podrán cambiar muchas cosas, pero el cempasúchil siempre va a florecer. Es parte de lo que somos", afirma Lucia Ortiz.