En definitiva, aunque el contacto físico suele verse como una expresión de afecto universal, la ciencia demuestra que existen razones profundas y legí
Por: Brayam Chávez
En la vida cotidiana, el contacto físico suele aparecer como un gesto natural: un abrazo de un familiar, una palmada en el hombro de un colega o un beso de saludo entre amistades. Para muchos, estos gestos son una muestra de afecto y cercanía, pero para otras personas resultan incómodos o incluso invasivos.
La ciencia ha comenzado a explicar por qué algunas personas rechazan el tacto, y las razones van más allá de la timidez o la frialdad.
FACTORES PSICOLÓGICOS DETRÁS DEL RECHAZO AL TACTO
Un estudio reciente de la Universidad de Binghamton, citado por Psychology Today, reveló que dos grandes factores influyen en la aversión al contacto físico: los estilos de apego aprendidos en la infancia y ciertos rasgos de personalidad conocidos como la tríada oscura (psicopatía, narcisismo y maquiavelismo).
Según los investigadores, esta aversión puede impactar en la manera en que las personas se relacionan en su vida diaria, afectando amistades, relaciones familiares y vínculos de pareja.
QUÉ ENCONTRÓ EL ESTUDIO DE LA UNIVERSIDAD DE BINGHAMTON
La investigación, realizada con más de 500 estudiantes universitarios, mostró que quienes tienen un apego evitativo es decir, aprendieron a huir de la dependencia emocional suelen rechazar abrazos, caricias y otras formas de contacto íntimo.
En contraste, las personas con apego ansioso tienden a buscar el contacto físico de manera más insistente, a veces con fines de manipulación o como una forma de seguridad emocional.
El estudio advierte que el contacto no siempre significa afecto: en ciertas relaciones, puede transformarse en un instrumento de control o poder.
LA INFLUENCIA DE LA TRÍADA OSCURA
Otro hallazgo clave es la relación entre la aversión o el uso estratégico del contacto físico y los rasgos de la tríada oscura. Quienes presentan altos niveles de psicopatía, narcisismo o maquiavelismo pueden emplear el tacto como una herramienta: ya sea para marcar distancia o para ejercer dominio sobre otros.
Expertos como Ramani Durvasula, psicóloga clínica citada por The New York Times, señalan que un abrazo o una caricia inesperada puede convertirse en un mecanismo de control más que en una muestra de cariño.
De igual forma, Craig Malkin, profesor de Harvard, explica que en el narcisismo el contacto físico puede servir para obtener validación o reforzar la sensación de poder en una relación.
CÓMO MANEJAR LA SENSIBILIDAD AL CONTACTO FÍSICO
Los especialistas recomiendan reconocer que la percepción del tacto es subjetiva y varía de persona a persona. Hablar abiertamente sobre los niveles de comodidad con el contacto físico ayuda a evitar malentendidos y a establecer límites claros en cualquier tipo de relación.
Respetar la manera en que cada quien experimenta el contacto es fundamental para construir vínculos más saludables, donde el consentimiento y la empatía tengan un papel central.
En definitiva, aunque el contacto físico suele verse como una expresión de afecto universal, la ciencia demuestra que existen razones profundas y legítimas detrás de quienes prefieren mantener cierta distancia.