La tradición mexicana de esta celebración también reconoce días específicos para la visita de los difuntos que fallecieron en circunstancias distintas
Por: Marcela Islas
Las celebraciones del Día de Muertos ya se viven con intensidad en todo México, y muchas familias comienzan a preparar sus altares con flores, velas, calaveritas de azúcar, comida y fotografías de sus seres queridos.
Esta festividad, declarada Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la Unesco, refleja la riqueza y diversidad de la cultura mexicana y se ha consolidado como un momento para recordar a los que ya no están, mantener viva su memoria y celebrar la vida en medio de la muerte.
En el calendario tradicional, el 1 de noviembre se dedica a Todos los Santos, día en el que se honra principalmente a los niños, mientras que el 2 de noviembre, Día de Muertos, se reserva para los adultos.
Sin embargo, la tradición también reconoce fechas específicas para la visita de otras almas que fallecieron en circunstancias particulares, previas al 1 de noviembre.
CALENDARIO PREVIO AL DÍA DE MUERTOS
- 28 de octubre - Esta fecha destaca por estar dedicada a quienes murieron de manera trágica, ya sea por violencia o accidentes graves.
Este día tiene un carácter más solemne y reflexivo, y su objetivo es recordar y honrar estas vidas interrumpidas de forma abrupta, manteniendo vivo su recuerdo en el corazón de quienes los conocieron.
- 29 de octubre - Se dedica a las almas de los ahogados, quienes regresan al mundo de los vivos para ser recordados por sus seres queridos.
- 30 de octubre - Honra a las almas olvidadas o sin familia, garantizando que incluso quienes no tienen descendencia o parientes que los recuerden reciban un homenaje y respeto.
- 31 de octubre - En este día se consagra a los niños no bautizados o fallecidos antes de nacer, conocidos también como "angelitos". Las ofrendas incluyen juguetes, dulces y objetos que fueron del agrado de los pequeños, simbolizando una guía afectuosa para su regreso al mundo de los vivos.
Así, la tradición del Día de Muertos no solo se centra en el 1 y 2 de noviembre, sino que abarca un período que permite recordar, honrar y conectar con todas las almas, cada una con su propia historia y manera de ser celebrada.
La riqueza de estas fechas en México refleja la sensibilidad mexicana hacia la muerte y la memoria, y subraya la importancia de mantener viva la presencia de quienes han partido de manera natural o trágica.