Este delicioso platillo representa perfectamente lo que es la cocina mexicana: variedad, sabor, tradición e ingenio, con una base simple y poderosa
Por: Marcela Islas
Cuando se habla de la riqueza culinaria de México, es inevitable mencionar a los chilaquiles, ese delicioso caos organizado de totopos bañados en salsa que ha conquistado corazones y estómagos a nivel mundial.
La gastronomía mexicana ha sido elogiada por el sitio Taste Atlas, especializado en clasificaciones gastronómicas internacionales, donde se coloca a los chilaquiles como el cuarto mejor desayuno del mundo por varias razones.
Los chilaquiles representan perfectamente lo que es la cocina mexicana: variedad, sabor, tradición e ingenio. Su base es simple y poderosa: tortillas del día anterior, cortadas y fritas hasta alcanzar esa textura crujiente que luego se rinde ante una generosa cantidad de salsa, ya sea roja o verde.
Pero ahí no termina la magia, pues este platillo puede llevar desde pollo deshebrado, carne enchilada, arrachera, cecina, huevos al gusto, chorizo o quesillo, hasta su respectiva lluvia de cilantro y cebolla como toque final.
¿CUÁL ES EL ORIGEN DE LOS CHILAQUILES?
Su historia es tan rica como su sabor. Aunque no hay consenso sobre si nacieron en la época prehispánica o en los conventos coloniales, lo cierto es que sus ingredientes más antiguos, el chile y la tortilla, son nativos de estas tierras.
El término "chilmulli", que significa salsa de chile en náhuatl, ya era común en tiempos del misionero Alonso de Molina. Se cree que las tortillas duras se bañaban en esta salsa para darles nueva vida... y así, sin saberlo, nació una leyenda culinaria.
La primera mención escrita de los chilaquiles aparece en 1821, en el recetario Arte nuevo de cocina y reportería, con una versión que incluía clemole, carne de puerco, chorizo y ajonjolí.
Desde entonces, el platillo ha evolucionado, y en El Cocinero Mexicano de 1831 ya se hablaba de cuatro versiones distintas, incluyendo los famosos chilaquiles tapatíos.
Hoy, los chilaquiles son un fenómeno cultural; se disfrutan por igual en puestos callejeros y en restaurantes gourmet, protagonistas de desayunos y brunch, y forman parte del ADN gastronómico de millones de mexicanos.
También han cruzado fronteras, gracias a la migración, siendo un platillo esencial en ciudades como Los Ángeles, San Antonio o Chicago, donde el sabor de casa se sirve con un toque de nostalgia.
Así que sí, los chilaquiles no solo son uno de los desayunos más ricos del mundo, son un abrazo caliente en forma de comida, una lección de aprovechamiento culinario, y un emblema de la sabiduría ancestral que vive en cada bocado.