La madre inició una búsqueda, que se prolongó por años; jamás perdió la esperanza, pero entregó su amor a un pequeño y se llevó una sorpresa
Por: Edel Osuna
Por 10 años, una madre buscó intensamente a su hijo, sin resultados favorables; sin embargo, el destino le tenía reservada una gran sorpresa, ya que lo encontró donde jamás lo imaginó.
Se trata de Gabriela Suárez, que en un fatídico día, una década atrás, cuando llevaba a su pequeño Bernardo a la escuela, tuvo un descuido de segundos, que le valió que su hijo desapareciera, sin dejar rastros.
De inmediato, varias madres se sumaron a la búsqueda del menor, pero sin resultado, por lo que acudió a la Policía, pero nada.
Sin darse por vencida, Gabriela nunca pensó que Bernardo estuviese muerto, lo sentía, como todas las madres que sienten el corazón latiente de sus hijos.
Por su parte, su esposo veía como imposible recuperar al menor, por lo que pensó que estaba obsesionada, pero su algo dentro de sí le decía que el pequeño estaba vivo.
Acudió a todas las instancias posibles, además de la Policía, a organismos de búsqueda de niños desaparecidos, contrató detectives privados y ningún rastro de su amado Bernardo.
Diez años después, en el día menos esperado, un médico le dijo que si porqué durante la búsqueda no enfocaba su amor en un niño, y que lo adoptara, lo que a ella le pareció bien, por lo que se acercó a casas de acogida y refugio para niños sin padres o con problemas en el hogar.
Ahí conoció a un chico de entre 13 y 14 años de edad, tímido, que le llamó profundamente su atención, que tenía un dibujo en las manos; se aproximó a él y le preguntó su nombre. "Tomás", respondió él, y le elogió su dibujo.
Le preguntó quién era, y el chico le contestó que su "mamá feliz", y siguieron hablando, al grado de que en la charla el adolescente se soltó llorando y ella, sin pensarlo, lo arropó en sus brazos.
Decidió adoptarlo, y la directora del lugar le dijo que el chico jamás había reaccionado así con nadie, sólo con ella, lo que la alegró enormemente.
Cuando por fin Tomás estuvo en casa, un día Gabriela lo escuchó cantar una melodía que sólo ella conocía, pues se la había compuesto a su amado Bernardo.
Se acercó a Tomás y le preguntó dónde la había escuchado, a lo que el muchachito respondió que su "mamá feliz" se la cantaba.
Con el corazón en la boca, pero conteniendo las emociones, Gabriela salió a la farmacia, compró un kit de ADN y le dijo al pequeño que le haría una prueba para saber si ya había pasado el virus de la gripe que Tomás había padecido días antes.
Cuando vio los resultados, su corazón no le había mentido: era su Bernardo, por lo que decidió preguntarle quién lo había tenido, y el chico la llevó donde estaba la secuestradora: era una mujer sucia y alcohólica, que le había dado años de martirio a su hijo.
Casi derribando la puerta, cuando la mujer abrió Gabriela le dijo: "¡Te llevaste a mi hijo, monstruo! ¡Me quitaste mi pedacito de felicidad y abusaste de él, y luego lo tiraste!"; y le exigió que le dijera la verdad.
La fémina le dijo a Tomás que 10 años atrás su hijo había muerto atropellado, por lo que para llenar ese vacío se lo robó a él, pero no pudo soportar la ausencia del verdadero Tomás.
Luego, Gabriela acudió a la Policía, a fin de que arrestaran a la mujer, pero el chico no quiso levantar cargos, pues comprendió que lo había robado por llenar un vacío y pidió ayuda para ella, y su madre decidió apoyarlo, y también decidió dejarle el nombre de Tomás, como un recuerdo que lo llevó a encontrarlo y como muestra de que jamás se debe perder la esperanza.