Viven de la pitaya

Habitantes de Sirebampo aprovechan todo el potencial de esa actividad y ya se alistan para la temporada fuerte

Por: Raúl Armenta Rincón

En medio de los bosques pitayales más densos del mundo, a aproximadamente 50 kilómetros al sur de Navojoa, se ubica Sirebampo, una comunidad que ha sabido darle un gran valor agregado a la pitaya
.

En este poblado, que cuenta con poco más de mil habitantes, hay muchas oportunidades económicas para jóvenes y adultos, hombres y mujeres, sobre todo en la temporada fuerte que está por iniciar.

“Aquí la gente vive prácticamente de la pitaya; nos ha sacado adelante en las buenas y en las malas”, dice María Eudelia Verdugo Matuz, una mujer emprendedora y ya reconocida por encabezar el trabajo de transformación del fruto en 20 productos comestibles.

Así, por ejemplo, elabora coyotas que tienen relleno de pitaya y se cocinan en un horno, en lo que representa una mezcla de tradición, creatividad y sustentabilidad.

La autora de la marca Akky Sewa (flor de pitaya en lengua mayo) utiliza el fruto para impregnar un sabor distinto a sus coyotas, que han sido muy bien aceptadas desde hace varios años.

“Vendemos mucho en esta región, pero también mandamos producto a Ciudad Obregón, Hermosillo, Nogales, Tijuana, Ensenada, Sinaloa, Guadalajara, Ciudad de México, Oaxaca, Monterrey, entre otros lugares del país y hasta a Estados Unidos”, destacó.

“A la gente le gusta la mermelada, uno de los ingredientes, porque es natural, no está contaminada con conservadores, ni alterada con químicos”, señaló.

Pero también en esta comunidad se elaboran nieves, dulces, paletas, deshidratados y otros productos, lo que a su vez genera una importante cantidad de empleos, que empiezan desde la recolección del fruto.

En la temporada fuerte muchas personas salen a recolectar a las 6 de la mañana, cuando la temperatura aún es soportable, y trabajan durante unas tres horas para después regresar por la tarde.

La pitaya es una fruta silvestre, jugosa, tiene cáscara y muchas espinas, pero es deliciosa; tiene un color rojo intenso, pero de vez en cuando sale alguna  blanca, naranja, amarilla, lila, morada o color melón, dijo Verdugo Matuz.

Reveló que aprendió a deshidratar la fruta gracias a una pareja de extranjeros que les vendieron unos hornos para este fin, en lo que fue el primer paso para su negocio.

Posteriormente, una señora de avanzada edad le enseñó a hacer la mermelada y de ahí María Eudelia fue haciendo sus otras creaciones.

ORGANIZAN FERIA

Verdugo Matuz, quien brinda cursos de emprendimiento a mujeres de la comunidad, informó que ya se está organizando la Feria de la Pitaya 2023, que se realizará a mediados de junio.

En este evento, dijo, se dará espacio a la creatividad, gastronomía, composición de poesías, obras gráficas y bordado, pláticas y conferencias, todo alrededor del tema de la pitaya, la preservación de este fruto, su ecosistema, su utilidad, características principales, sus usos, su misticismo y su importancia para el sur del Estado.

La Feria se enriquecerá con la participación de productores que procesan dicho fruto en el norte de Sonora, instituciones educativas de la región con enfoque en gastronomía, tecnología de alimentos y turismo e instituciones educativas locales de la microrregión Masiaca.

El evento se aprovechará también para hacer un llamado a que se conserven y apoyen más nuestras riquezas naturales.

“Ahora se habla mucho de cáncer, y si hay muchos casos es porque se está permitiendo la venta y consumo de tantos alimentos con químicos. Y la pitaya, además de todos sus beneficios, es buena en el combate a esa enfermedad”, aseguró.

“Hay que apoyar siempre lo natural, sobre todo en lugares como Sirebampo. Aquí el monte nos da de comer”, expresó.

En ese sentido, María Eudelia reconoció que siempre persiste el temor de la tala de los bosques pitayales, una práctica que ha disminuido en los últimos años, pero no por ello hay que bajar la guardia.

BUSCAN CREAR UNA RESERVA

El Pitayal es un ecosistema único en el mundo, conocido así por la alta densidad de los individuos de pitayas marismeñas (Stenocereus thurberi) en la región.

No hay en otro lugar la cantidad de individuos por hectárea como existe en esta zona comprendida por los municipios de Huatabampo, en su mayor parte, Álamos y Navojoa, dijo la organización Naturaleza y Cultura Internacional (NCI) en esta región.

Lamentó que, como muchos sitios naturales de gran importancia en el mundo, el pitayal enfrenta diversas amenazas para sobrevivir, siendo la extensión de la frontera agrícola la presión más fuerte.

Reveló que, en México, más de 800 mil hectáreas de ecosistemas desérticos asociados a las pitayas han sido deforestados con propósitos de agronegocios y de granjas de camarón.

Por lo que respecta al del sur de Sonora, casi la mitad del pitayal ya ha sido limpiado, la mayoría desde los años 80.

Naturaleza y Cultura Internacional ha logrado identificar un remanente único de 47 mil 270 hectáreas, de las cuales son poseedores de la tierra ocho comunidades indígenas Mayo-Yoreme, algunas de ellas con más riesgo que otras de perder su pitayal para siempre.

Por esta razón, y muchas otras, esta zona debería protegerse bajo cualquier esquema de conservación disponible, y por ello NCI ha logrado sumar diferentes socios en la propuesta y promoción de una Área Natural Protegida de carácter estatal: La Reserva Estatal El Pitayal.

El proceso es complejo y toma tiempo, ya que se requiere que la dependencia en el estado encargada de la promoción, declaratoria y manejo de estas áreas se sume al proyecto, así como los gobiernos municipales y locales, y más importante: los ejidos y las comunidades.

La NCI ha concluido con el levantamiento de información técnica del sitio, los cuales enaltecen los atributos naturales del sitio, en especial sobre su biodiversidad.

También, indicó, se ha hecho el contacto inicial con las comunidades para informarlas sobre el proceso y hacer énfasis que los procesos de declarativa de áreas naturales protegidas en el país dependen siempre de la aceptación y del diseño del uso del suelo de las comunidades.