Por: Eduardo Sánchez
El joven de 27 años, vecino de la colonia Miravalle, en Navojoa, cada día recorre las calles de la ciudad acompañado de su botella de resistol para drogarse.
Mencionó que “me crié con mi abuela, realmente nunca supe quién es mi papá, pero mi mamá vivía con su novio, siempre se peleaban y me corrían de la casa”.
“Siempre me iba a jugar a la calle con mis amigos, no estudié porque nunca me gustó, siempre quería andar jugando futbol”, expresó.
Al principio, dijo, empezó a fumar cigarrillos, los más grandes le daban a probar. Después fue alcohol, mariguana y ahora resistol.
“Desde que me acuerdo, he buscado dónde trabajar para comprar mis vicios, limpiando vidrios, lavando carros, barriendo la calle de los vecinos, ahorita casi nadie me da trabajo”, indicó.