Relato de una mexicana que vive en Europa y al regresar observa que nada parece cambiar en este país
Por: Redacción
Tuvo que viajar aproximadamente ocho mil 932.9 kilómetros desde Suecia para comprobar que en México la corrupción sigue presente.
Luz de Luna, como se autonombra en redes sociales y consintió que así se le describiera en este artículo,vive en Europa, pero decidió visitar a su familia en México, por lo cual viajó hasta Phoenix, Arizona, una distancia de ocho mil 675 kilómetros.
Después de convivir ahí con sus familiares, llegó la fecha de regresar a Hermosillo, dice quien ha sido en Sonora activista de los Derechos Humanos, sobre todo de las mujeres.
Pero cuando pisó suelo mexicano, pudo darse cuenta de que uno de los vicios mexicanos que más detesta, la corrupción, sigue presente a pesar de todas las promesas oficiales de desterrarla.
Y aunque muchos viajeros cuentan a sus íntimos este tipo de actos, consentidos también por las líneas de autobuses, nadie se había atrevido a contarlo en público, menos a decirle no a los agentes aduanales y militares que propician la deshonestidad.
Para mayor comprensión del suceso, presentamos su relato tal como lo escribió en sus redes sociales:
“Vivo en Suecia, vengo a visitar a mi familia. Viajo en avión hasta Phoenix. Ayer me vine a Hermosillo en el camión 295 de transportes Tufesa desde Phoenix a las 14:30. En cuanto crucé la frontera de Estados Unidos todo fue turbio.
“Crucé la frontera de Estados Unidos y llegando justo a la aduana de Nogales, alrededor de las siete quince de la tarde se estacionó el camión y con el consentimiento del chofer, en lugar de que se subiera un soldado para anunciar revisión y pedir a pasajeros que bajen sus pertenencias, se subió un hombre joven de entre treinta y cuarenta años, quizás, algo alto, complexión robusta, moreno claro, cabello oscuro y corto, bigote delgado, sin barba.
“Se colocó en la puerta que divide la cabina del chofer y pasajeras/os y en voz alta preguntó si estaban de acuerdo en pagar cinco dólares por persona para evitar la revisión de las maletas. A mí me hirvió la sangre de coraje e indignación. Ni bien llego al país y salen con este cochinero de corrupción descarada.
“La situación empeoraba porque la gente empezó a sacar el dinero y el fulano avanzó por todo el pasillo sin pena alguna hasta el fondo del pasillo del camión recogiendo a manos llenas el dinero.
-Yo no traigo dinero y no voy a pagar- le dije en voz alta.
-¿No traes nada? ¿Ni un dólar?, me insistió.
-No, no traigo nada.
“Siguió de largo seguro de que por una que no pagara no habría más problema. El chofer, él y otros estaban acordando que se bajarían unos ocho hombres con sus maletas nomás para hacer una bolita de gente y que se vea como si hubieran hecho revisión.
“O sea, pura simulación. Emperrada me paré y les dije, yo no voy a pagar nada y voy a bajar mis maletas para revisión.
“La señora de enfrente de mi asiento me dijo sin voltear a verme, yo te pago y estiró su mano con los cinco dólares.
“No señora. Yo me fui del país precisamente porque estoy harta de este cochinero y regreso y salen con esta chingadera, no lo voy a tolerar, no quiero formar parte. Por eso las cosas siguen igual porque también les seguimos el juego.
“Bajé del autobús y todos se andaban haciendo ojo de hormiga. No se esperaban una reacción en contra.
-Bajen mi maleta porque yo sí quiero que la revisen le dije al que pidió el dinero y estaba cerca de las maletas.
-Aquí no hay maletero, tú vas a tener que bajar sola tu maleta, me dijo con voz retadora.
-¿Aaah sí?, le respondí más encabronada.
-Pues entonces dile a toda la gente que venga y baje sus maletas porque fui la primera en subirme y mi maleta está debajo de todas. Yo puedo bajar la mía pero no la de todo mundo nomás porque tú te pusiste a cobrar para que no las revisaran.
“Luego me acerqué a los soldados, inmóviles, sin decir ni pío, y les exigí cumplir con la inspección. Voy a reportar todo esto, no crean que se va a quedar así.
-Sí, sí vamos a revisar, dijo con voz quedita pero sin moverse y sin dar ninguna orden para bajar maletas.
-Pues no parece, díganle a la gente que baje sus maletas y que les devuelvan el dinero que están pidiendo.
“Empezaron cuchicheos entre ellos, los soldados, el chofer y el que pidió el dinero.
-Sí, van a tener que bajar todas las maletas para revisión, le dijo a los otros muy a fuerzas.
Yo empecé a tomarle fotos y video al chofer, al que pidió el dinero y al soldado encargado.
No faltó la señora que se me vino encima a querer defender al fulano y tratarme como si yo estuviera actuando mal.
-No se atreva a tocarme, señora. Ni quiera venir a culparme de nada tampoco.
El fulano empezó a gritar "oficial, oficial me está grabando".
El soldado se atrevió a preguntarme: ¿señora, está grabando?
-¿Por?
-Está prohibido grabar mire, aplica una multa, me dijo señalando un letrero.
-¿Ah conmigo si se pone muy picudo, muy legal, pero se queda callado para cobrar por no revisar? No pos qué bien hace su trabajo, tantita vergüenza, ¿no?
“Me quedé viendo mi maleta hasta que cerraran la puerta del maletero.
“Ya se me figuraba que me iban a sembrar algo, una no queda tranquila, ni segura.
“Así fue la bienvenida a mí país. Ya recordé por qué me cansé, por qué me fui. Una no descansa, una vive en modo emperrada, no hay paz, seguridad, libertad.
“No soy de las que ven y callan, sufro muchos corajes y no, no me gusta vivir así. Por eso me fui, mis regresos intermitentes son por la gente que amo”.
DATOS:
8,675 kilómetros
Distancia de Suecia a Phoenix
257.96 kilómetros
Distancia entre Phoenix y Nogales
Distancia total recorrida:
8,932.9 kilómetros