Por: Eduardo Sánchez
Durante las últimas horas se han desatado especulaciones en torno a la solicitud de renuncia hacia el Director General de Oomapasc, Rodrigo González Enríquez, un académico con trayectoria limpia, de cuya capacidad y conocimiento sobre el ámbito en que se desenvuelve, no hay duda alguna.
Como si esa declaración fuera del otro mundo.
De ahí la sospecha de que bajo ese argumento se le quiera quitar del puesto al catedrático.
Si se pretenden otras acciones en las que su honestidad sea un obstáculo, pues hay que esclarecerlo, pero que no se pretenda darle otro cariz a un relevo que en términos normales pasaría desapercibido.
Tan elegantes que se hubieran visto las autoridades municipales con salir a la opinión pública y decir que predicarían con el ejemplo para que otros deudores pasaran a pagar el agua.
Esa postura le acarrearía, sin duda, buenos dividendos, pero no ha habido alguien que oriente al Alcalde sobre las mejores fórmulas para enfrentar una crisis mediática.
Para empezar, tenemos que decir con toda claridad que el barco llamado Cajeme no es de un solo dueño.
Sus accionistas son cada uno de los ciudadanos de esta comunidad que, sin duda, deben sumarse para remar parejo y alcanzar mejores horizontes.
Y una acción de esa naturaleza, por supuesto, es pagar el agua.
Lo mismo el vecino de la esquina en la colonia más alejada que el inquilino de la Hidalgo y 5 de Febrero están obligados a pagar el servicio, pues nadie debe tener el privilegio de utilizar el líquido gratuitamente.
Quien crea que el grado de Capitán de este barco lo obtuvo por méritos propios, se equivoca. Las circunstancias llevaron al triunfo de una alianza, pero eso no quiere decir que se le extendió un cheque en blanco.
Hay que ganarse cada día el mando. Nadie puede ni debe prescindir del apoyo de los demás sino, con humildad, reconocer que todos cuentan en esta nave para superar las tormentas.
Pero con soberbia y bravuconadas no se va a llegar a buen puerto.
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