Por: Eduardo Sánchez
A diario es la convivencia entre los pescadores y sus familias, ya sea en el trabajo dentro del lago o en tierra.
Alguien diría que es normal por el aumento de la población entre las familias, pero la realidad, según los pescadores, es otra.
Poco a poco el número fue aumentando y todos creían, hasta ayer, que eran por lo menos 24 los grupos, pero en realidad ya suman 27 y, como ya se dijo, integrados por personas desconocidas, que no viven en las comunidades aledañas.
Ya se han emitido muchas quejas sobre este tema y el problema parece nunca terminarse, en función, según los pescadores, del poderoso caballero llamado dinero.
Es curioso, por ejemplo, que los permisos de pesca no son entregados a los moradores de Buenavista, Cumuripa y Hornos, sino a gente extraña manejada por un acaparador de las capturas que a base de apoyar a algunos pescadores para mejorar sus lanchas, los condiciona para que le entreguen solamente a él la producción y les paga muy poquito por cada kilo.
La competencia en la presa es ya demasiada y eso mismo, en vez de fomentar la actividad, ha provocado una baja en la productividad pero en beneficio de unos cuantos "extranjeros", como les llaman a quienes no son de las comunidades ribereñas.
Según se supo, el presidente de la Comisión de Pesca y Acuacultura en el Congreso del Estado de Sonora, Lázaro Espinoza Mendívil, se reunió ayer con los pescadores para conocer sus inquietudes, así como la instalación del Consejo Técnico Consultivo de Embalse.
La idea es que no solamente participen los gobiernos estatal y federal en ese Consejo sino que el Municipio y los mismos pescadores tengan voz y voto para incidir en las acciones que se tomen hacia la presa, pero sobre todo para cuidar que ya no sigan otorgando permisos a gente ajena a las comunidades.
Este comité es el encargado de administrar las actividades de pesca y acuacultura en todo el Estado, así como de otorgar los permisos de estas actividades, revalidarlos o revocarlos, por lo cual los hombres de la presa expusieron sus inquietudes.
Ojalá y ahora sí se regule bien la pesca en la Oviáchic. Basta ya de enriquecer a unos pocos mientras las familias de los pescadores ribereños carecen a veces hasta de lo indispensable.
Si los diputados que ayer conocieron la problemática hacen su tarea como debe ser, otro panorama se pintará para las comunidades. Pero si no, el gatopardismo seguirá su camino tranquilamente.
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