El cambio de fecha busca evitar las largas transiciones de poder, en las que coexisten el presidente en funciones y el presidente electo
Por: Araceli Rodríguez
En las últimas semanas, ha circulado una información confusa sobre un posible cambio en los días de descanso obligatorio en México para el año 2024.
La versión errónea sostiene que se eliminará un día de descanso obligatorio. Sin embargo, esta afirmación resulta imprecisa y requiere una explicación detallada.
El origen del malentendido radica en una modificación en la fecha de la transición presidencial, que ahora se llevará a cabo el 1 de octubre de 2024, en lugar del tradicional 1 de diciembre. Este ajuste se debe a una reforma aprobada en 2014, que cambió el calendario para la entrega del poder presidencial, la cual anteriormente se realizaba el 1 de diciembre.
La Ley Federal del Trabajo establece que el día de la transición presidencial es considerado un día de descanso obligatorio, lo que significa que se suspenden las actividades escolares y laborales en todo el país.
Por lo tanto, el cambio en la fecha no implica la eliminación de un día de descanso, sino simplemente una reprogramación de la fecha en la que se realiza el cambio de administración federal.
RAZÓN DEL CAMBIO Y APLICACIÓN RETRASADA
Aunque la reforma fue aprobada en 2014, la modificación no se implementó de inmediato para respetar los mandatos presidenciales vigentes. Enrique Peña Nieto, quien asumió la presidencia el 1 de diciembre de 2012, completó su mandato en diciembre de 2018.
De manera similar, Andrés Manuel López Obrador comenzó su presidencia el 1 de diciembre de 2018, y su mandato se extenderá hasta el 1 de octubre de 2024, cuando se realizará la transición según la nueva normativa.
A partir de ese momento, los presidentes cumplirán con un mandato de seis años, con transiciones programadas para el 1 de octubre, iniciando con la presidencia de Claudia Sheinbaum Pardo, quien gobernará desde el 1 de octubre de 2024 hasta el 1 de octubre de 2030.
El cambio de fecha busca evitar las largas transiciones de poder, en las que coexisten el presidente en funciones y el presidente electo, creando incertidumbre y posible descoordinación. La modificación pretende ofrecer una transición más eficiente y clara, reduciendo el periodo en que dos mandatarios están en el ojo público, aunque solo uno ejerza oficialmente el poder.